Empleo, la urgencia de una política activa

Empleo, la urgencia de una política activa

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La generación de empleo de mayor calidad fue uno de los factores decisivos en el aumento de bienestar y reducción de la pobreza en los años 90 y la primera década de este siglo. Los altos niveles de inversión permitieron incrementos de la productividad y de los ingresos de una gran mayoría de los chilenos. El estancamiento de los niveles de productividad ha sido, a su vez, un factor en la frustración de las expectativas de aumentos de bienestar sostenidos en la última década.

Se ha planteado y reconocido que la transformación tecnológica puede representar alzas importantes en la productividad en la economía, y también, presentar un gran desafío en materia de empleo. La brecha en las capacidades de la fuerza laboral y los requerimientos de una economía en transformación no solo representan una limitación desde el punto de vista productivo, sino también, y quizás mucho más grave, para avanzar a una sociedad más cohesionada y equitativa. La crisis social que estamos viviendo solo puede agravarse si no se adoptan estrategias activas para reducir el impacto del cambio tecnológico en el empleo.

De este modo, junto con el desafío de corto plazo de recuperar los empleos perdidos durante la pandemia, debemos enfrentar el peligro de un desempleo más estructural en el mediano y largo plazo. El problema se ha planteado consistentemente en los últimos años; sin embargo, no se conocen aún estrategias decididas para enfrentarlo.

Requerimos establecer una política focalizada en la evaluación permanente, e implementación de acciones intencionadas para reducir el impacto en el empleo. La articulación del sector público y privado en una iniciativa proempleo, que evalúe continuamente la pérdida de empleos, las capacidades que se convierten en redundantes, y las capacidades específicas requeridas, permitiría identificar a tiempo e implementar acciones de soporte social, capacitación técnica bien focalizada, creación de nuevas carreras técnicas en los diversos centros de estudio (universidades y centros de capacitación técnica), y el diseño de programas de entrenamiento en el trabajo. En el pasado han existido iniciativas de articulación dirigidas a fomentar el crecimiento, la inversión en infraestructura, entre otros. Hoy, uno de los grandes riesgos para Chile es el aumento de la frustración de un creciente número de chilenos por falta de expectativas de mayor bienestar. El empleo de calidad es esencial para superar esa frustración. Sin una acción pública y privada conjunta, focalizada y dinámica, seguiremos alimentando la informalidad, la vulnerabilidad y la insatisfacción social. Los subsidios al empleo o al ingreso familiar, entre otros, solo sirven como medidas paliativas de corto plazo, que no resolverán la división y falta de equidad en la sociedad chilena.

Vivianne Blanlot

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