Embalses 101-Federico Errázuriz

Embalses 101-Federico Errázuriz

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El clima mediterráneo, del que goza gran parte de Chile continental, está descrito como un clima templado con inviernos fríos y lluviosos seguidos por veranos cálidos y secos. Es un clima altamente benigno y que se encuentra en escasos puntos del planeta, que no alcanzan el 2% de la superficie terrestre.

A diferencia de los climas tropicales, con temperaturas estables y lluvias constantes o al menos una estación húmeda larga, los climas mediterráneos presentan grandes ventajas para la producción agrícola, permitiendo el cultivo de una amplia variedad de especies, frutales, hortalizas, cereales, etc. Sin embargo, también hay desafíos. En estos climas es necesario disponer en el verano del agua caída en el invierno, para permitir el desarrollo vegetal en la época de mayor temperatura.

En nuestro país, la cordillera de Los Andes permite este traspaso de precipitaciones invernales al verano, gracias a la acumulación de nieve que se derrite con el aumento de temperaturas hacia mediados de la primavera y aumenta la escorrentía de los ríos, que permite el riego. Si no hay acumulación de nieves, los embalses son la herramienta que puede cumplir esta función a escala de cuenca.

Chile ha construido grandes obras hidráulicas en el pasado, como la Laguna del Laja, que tiene una capacidad de almacenamiento que supera los 5.500 millones de m3 o el Sistema Paloma compuesto por los embalses La Paloma, Recoleta y Cogotí que suman casi 1.000 millones de m3.

Sin embargo, con el paso del tiempo la incorporación de nueva infraestructura de almacenamiento en nuestro país ha ido disminuyendo, ya sea por el desarrollo de proyectos de menor envergadura como por nuestra permisología que los ralentiza o simplemente porque no parece ser prioridad para los gobernantes iniciar obras que otros inaugurarán. Paradójicamente, esto ocurre a la vez que las grandes obras de acumulación se vuelven más necesarias producto de las prolongadas sequías que ha enfrentado -y seguramente volverá a enfrentar- nuestro país, dado que se esperan nuevos períodos con baja precipitación y se proyectan importantes reducciones en la acumulación de nieve en nuestra cordillera.

A pesar de lo anterior, en los últimos años hemos visto un nuevo impulso para los embalses chilenos, liderado por la Dirección de Obras Hidráulicas (DOH) y la Comisión Nacional de Riego (CNR).

El embalse Zapallar, de 80 millones de m3, en el río Diguillín, región de Ñuble, debiera iniciar su construcción a comienzos del año 2026, lo que traerá un gran cambio para las comunas de El Carmen y San Ignacio, que incorporarán más de 10 mil hectáreas nuevas al riego.

El río Claro de Rengo, región de O’Higgins, contará con 59 millones de m3 de acumulación gracias al embalse Bollenar que se construiría desde 2028, dado que pronto se adjudicará la etapa de diseño.

El anhelado embalse Nueva La Punilla, también en la región de Ñuble, ya entró en tierra derecha mediante la decisión de gestión como una obra del MOP y no como una concesión, y se espera el inicio de su construcción para 2028, lo que sumará 565 millones de m3 en la cuenca del río Ñuble.

A lo anterior, se suman importantes avances en las etapas de preinversión que han experimentado los proyectos de los embalses Canelillo, en el río Choapa, La Chupalla en el río Ligua y en los ríos Codegua, Teno y Chillán.

La gestión y el liderazgo de los servicios públicos competentes, como la DOH y la CNR, es fundamental para el avance y construcción de los proyectos de embalses, los que deben ser entendidos como una política de Estado, más allá de quien corte la cinta. El Presidente Gabriel Boric supo enmendar su postura inicial desde que fuera candidato y dijo que ya no servía invertir en embalses, hasta entregar una nutrida cartera con más de 15 proyectos en distintos grados de avance.

Será tarea del próximo gobierno tomar el listado de proyectos y hacerlos propios, gestionar su paso a la próxima etapa del ciclo de inversión, confiando en los análisis realizados por los equipos técnicos, y resolver los problemas administrativos, ambientales y financieros que puedan surgir. Le corresponderá inaugurar algunas de las obras e iniciar otras nuevas para que otros corten las cintas. Para que Chile tenga más y mejores embalses, no debemos cortar esta cadena. No hay otra manera. (El Líbero)

Federico Errázuriz

Gerente de Políticas Públicas Sociedad Nacional de Agricultura