Las elecciones del fin de semana tienen varias implicancias y hay por supuesto distintas interpretaciones posibles a sus resultados. Pero lo primero es ser claros respecto a los resultados: el oficialismo sufrió una severa derrota en las elecciones y la centroderecha un categórico triunfo. Algunos datos al respecto: en alcaldías, el gobierno de Boric perdió 42 municipios a lo largo del país, Chile Vamos aumentó el número de alcaldías de 87 a 121 y Republicanos de 0 a 8. Los partidos que más disminuyeron sus alcaldías fueron el PC, el PDC, el PPD y el PR con pérdidas de 50% o más. La izquierda más la centroizquierda obtuvieron 111 alcaldes y la derecha más la centroderecha 130. Es el peor resultado para la izquierda en veinte años.
En votación, Chile Vamos más Republicanos superan levemente al oficialismo y en población gobernada es al revés. Con relación a la votación por partidos políticos, que mide la fuerza relativa de éstos, la medida tradicional es la votación de concejales por su representatividad a nivel nacional. Incluso ella se utiliza por las coaliciones para la negociación de cupos parlamentarios. Allí, Renovación Nacional se coronó como el partido más votado con el 16,01 %, seguido de Republicanos con el 14,24 %, la UDI con el 11,01%, el Frente Amplio 8,75%, la DC 7,04%, el PC 6,71% y el PS 6,31%. Quien no está viendo aquí un triunfo de las fuerzas de la derecha al centro por sobre la izquierda al centro debiera cambiar de oculista.
Aun así, para que nadie saque cuentas demasiado alegres, debe decirse que tanto en Chile como en el extranjero se ha acentuado la tendencia a los triunfos de la oposición y una mayor volatilidad de votantes, que son cada vez más exigentes. El hecho, con todo, es que esos vientos soplan ahora hacia la derecha en nuestro país.
En las elecciones de gobernadores donde la oposición tenía sólo uno; ganó uno en primera vuelta, pero Chile Vamos disputará nueve segundas vueltas y Republicanos dos. El oficialismo ganó cuatro en primera vuelta y disputará nueve segundas vueltas. Un dato para tener en cuenta a futuro es que si Chile Vamos y Republicanos hubiesen enfrentado unidos las elecciones de Gobernadores habrían ganado 11 regiones en primera vuelta.
Las elecciones representan también un triunfo para Evelyn Matthei, que consolida su liderazgo en la carrera presidencial, fortalecida por la buena performance de Chile Vamos y algunas victorias emblemáticas como Santiago y Providencia. Se agrega a ello, como un fenómeno interesante, la obtención de triunfos en comunas populares urbanas como Independencia, Melipilla, Huechuraba y Antofagasta por nombrar algunas y la pérdida para el Frente Amplio de Ñuñoa a manos de Sebastián Sichel.
Se ha mencionado que una característica de esta elección ha sido la preminencia de la moderación por sobre posiciones extremas. Debe señalarse que esa es una consecuencia directa del voto obligatorio. El votante obligado es menos ideológico que el votante voluntario, de manera que al sumarse al padrón se produce un fenómeno estadístico de reversión a la media. Quienes han ido más lejos sugiriendo que la población sería partidaria de acuerdos entre el gobierno y la oposición por esta mayor moderación, están girando sin fondos; porque validar reformas refundacionales como las de la primera Convención o las emblemáticas de Boric, ahora reforzadas por postreras iniciativas como el FES no representa precisamente una agenda de moderación.
Otra cuestión novedosa en esta elección ha sido la ganancia de la alcaldía de Concepción por parte del Partido Social Cristiano. ¿Será la población evangélica una fuerza con expresión política en el futuro?
La proyección política de este resultado es auspiciosa para la centroderecha si se trabaja bien. El oficialismo en cambio la tiene difícil; el caso Monsalve parece sólo traer malas noticias para ellos, que se agravarán con su próxima formalización lo que debiera afectar las segundas vueltas que en muchas partes serán un plebiscito sobre el gobierno.
Estas elecciones significaron un paso más en la unidad de propósito que debe inspirar a las fuerzas que lograron derrotar el proyecto refundacional de Boric con un Rechazo del 62%. La receta es simple: unidad, unidad y unidad; la próxima estación será la segunda vuelta de la elección de gobernadores el 24 de noviembre. (El Líbero)
Luis Larraín