El triunfo del gobierno en el plebiscito-Pilar Molina

El triunfo del gobierno en el plebiscito-Pilar Molina

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“Nunca un gobierno puede sentirse derrotado cuando el pueblo se pronuncia. En democracia, la palabra popular es soberana y es la guía para todo momento”. Fue la frase que dijo el Presidente Boric en el pleno de la asamblea de las Naciones Unidas para ratificar, una vez más, que él no perdió en el plebiscito de salida. Cree que el 62% del pueblo no votó ni contra él, que fue el jefe de campaña del Apruebo, ni contra su programa, que ató al triunfo del borrador plebiscitado.

A lo más, como ha llegado a reconocer en su prosa retórica habitual, “ser un adelantado a tu época es una forma elegante de estar equivocado”. Pero el Mandatario no siente como un error haberse jugado por un texto constitucional que rechazó casi dos tercios de los chilenos. Por eso asiste a la asamblea general de las Naciones Unidas con tono airoso a reafirmarse. Exhibe una mirada épica, nada de penitente, de la revuelta social de 2019 que adjudica a la falta de justicia social y a la desigualdad. La recuerda como la expresión de “una larga historia de injusticias” (…) y la idealiza con “los valores detrás de este profundo malestar: la igualdad, la justicia, la libertad”, (…); evocando cómo “la palabra dignidad se hizo presente” en esas multitudinarias jornadas.

Eso es lo que él recoge de ese período de autodestrucción institucional y del tejido social. Es cierto que admitió “graves episodios de violencia, como la inaceptable quema de estaciones de metro y la vandalización de centros cívicos”. Pero no hizo ni una mención de las víctimas de esa fuerza brutal en Santiago, Concepción o Valdivia y dedicó, en cambio, muchas palabras a la “represión descontrolada que terminó con muertes, heridos y más de 400 personas víctimas de trauma ocular producto de la acción del Estado”. Exigió y comprometió reparación para estas víctimas “de una grave violación a los derechos humanos”, que fueron reprimidos por estar cometiendo delitos.

Coherente con lo que ha sido su posición de reivindicar la violencia “que nos permitió llegar hasta aquí” y, ahora sabemos, creer haber ganado el plebiscito, no le correspondía poner sobre la mesa internacional los graves episodios de violencia terrorista en cuatro regiones del sur, o la alta delincuencia que azota a las regiones del norte producto de la inmigración descontrolada, o el narcotráfico y la delincuencia que remece las ciudades de Chile. En su discurso no mencionó ninguno de esos tópicos que son los problemas más acuciantes de sus compatriotas. Junto con la preocupante situación económica, por cierto, a la cual tampoco destinó una sílaba.

Es que para Gabriel Boric, más importante que la alta inflación con bajo crecimiento y la nula inversión, es la alta desigualdad, concepto sobre el que volvió en la asamblea internacional, reiterando la falacia que “Chile es uno de los países más desiguales del mundo”.

Como triunfó junto a sus aliados de Apruebo Dignidad el 4 de septiembre, es que se preocupó de asegurar gobernabilidad incorporando a su gabinete figuras del socialismo democrático, pero sólo entre los que se la jugaron por la opción derrotada del Apruebo. Cual vencedor, sigue vigente su promesa de ser “la tumba del modelo neoliberal” y terminar con el extractivismo, sin que todavía nos haga una propuesta de producción que genere ingresos y no involucre recursos naturales, la intervención del medio ambiente o contamine. Ni minería, ni cerezas o kiwis, ni salmones, vino o celulosa.

El ganador por el veredicto del pueblo no tiene por qué cuestionarse su política de terminar con las exportaciones extractivistas. Por eso, Boric volvió a remarcar en Nueva York que no impulsará el TPP 11, porque no está en su programa y, según RD, “profundiza el modelo neoliberal”. De paso, dejó a su ministro de Hacienda marcando ocupado, porque viajó a persuadir a los empresarios que Chile está boyante, estable y ansioso de recibir inversión extranjera. Pero el Mandatario es coherente con su postura anterior, cuando en 2019 votó en contra de ese acuerdo de libre comercio que nos permitiría abrir mercados y ha condicionado la firma del otro con la Unión Europea a que le permita a Chile “hacer política industrial”, como si alguna vez los países de Europa lo hubieran impedido.

Aparte de unos leves gestos de humildad (como admitir que es más fácil protestar en la calle que “producir soluciones” desde el poder) el discurso de Boric en las Naciones Unidas fue el de un triunfador. No hay por eso que esperar una revisión de su programa, al contrario, y las reformas refundacionales (tributaria, pensiones o salud), se chutean adelante, pero no se negocian.  (El Líbero)

Pilar Molina