En relación con el TPP11, cuya importancia para el país ha sido destacada recientemente por el expresidente Ricardo Lagos, y que no es posible exagerar en lo que dice relación con nuestro crecimiento y desarrollo, las más altas autoridades debieran tomar en consideración su experiencia respecto de no pocas decisiones que antes de asumir el gobierno estimaban inconvenientes y que —otra cosa es con guitarra— han terminado adoptando sin reservas en el ejercicio de sus cargos.
El del tratado en cuestión podría ser uno de esos casos. Lo que antes se rechazaba desde una mirada parcial y partisana, puede ser ahora apreciado en todos sus méritos desde la altura de los cargos gubernamentales. Sería una decisión de la mayor significación en el ámbito económico, cuando se avecina un período de vacas flacas como no lo hemos tenido en mucho tiempo. El anuncio de someterlo a ratificación —la que en el contexto actual no se advierte inalcanzable— sería una potente señal del Gobierno, quizá una de las más efectivas de las que dispone, de cara al enfriamiento de la economía que se avecina en Chile y en el mundo. (El Mercurio Cartas)
Claudio Hohmann



