El tiro por la culata

El tiro por la culata

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¿Puede un tiro salir por la culata? No lo sé. Casi no sé nada de armas de fuego, pero lo poco que sé -la tele ha sido una gran maestra- me indica que es muy difícil. No puedo siquiera imaginar que un proyectil que debe salir por un cañón termine saliendo por algún otro lado. Investigo en buscadores y me apoyo en la inexplicable (para mí) Inteligencia Artificial y finalmente encuentro una vaga descripción de ciertas armas antiguas (se mencionan “arcabuces” y “mosquetes”) en las que, si el arma tenía defectos, podía ocurrir que la explosión de la pólvora saliera por la parte trasera del arma.

O sea que ese es el origen de una de las expresiones más utilizadas entre nosotros. “Le salió el tiro por la culata” se dice, cuando alguien intenta hacer algo y las cosas le salen al revés. Por lo general, quien lo dice lo hace con mala leche (otra expresión), esto es con sorna, burlonamente. Y si alguien se está preguntando el porqué de esta ya un poco larga disquisición sobre tiros y culatas, debo aclarar que es porque fue lo primero que se me vino a la cabeza al ver lo que le estaba pasando a la coalición oficialista con su primaria. Y, sí, debo confesar que se me vino a la cabeza con sorna y algo burlonamente.

Y es que no pude dejar de recordar el orgullo -también la arrogancia- con que explicaban su primaria. Habían sido capaces de organizar una y la derecha no. Era un triunfo anticipado, casi la premonición de una futura victoria en la elección presidencial. Tan sólida era su unidad que podían darse el lujo de que fueran los electores quienes decidieran cual de sus candidatos -todos imbuidos de las mismas ideas, de los mismos principios, del mismo carisma- debía representarlos en noviembre.

Fue tan impresionante ese despliegue publicitario, que en la derecha llegaron a creérselo. Hubo reproches y admoniciones: que quién tenía la culpa, que quién traicionaba al sector. Pero pronto la realidad fue más fuerte y terminó por imponerse: los principios y las ideas de los partidos del oficialismo no sólo eran diferentes, sino que incompatibles entre sí, y la pretendida unidad se mostró inexistente una vez más. Es decir, el tiro por la culata.

Durante algo más de dos años, la izquierda democrática, y en particular el Partido Socialista, han mantenido en pie la estantería de un gobierno que, sin esa ayuda, habría terminado en la crisis permanente a la que lo llevaba la bisoñez del Presidente y la ineptitud de sus ministros y ministras originales. No fue fácil para ellos explicar la decisión de integrarse al gobierno de quienes los denostaban como los articuladores de 30 años de infamia (no son 30 pesos, son 30 años ¿recuerdan?) y no ocultaban su intención de hacerlos desaparecer para ocupar su lugar (un lugar al que tenían derecho en virtud de su moral superior ¿recuerdan también?). En ese predicamento, para justificar su ilógica decisión la izquierda democrática pudo haber argüido razones que iban desde lo patriótico (nadie quiere ver a su país en el suelo) hasta lo práctico (a ningún partido le viene mal gozar de las mieles del poder); pero eligió la peor: comenzó a hablar de la “unidad de la izquierda” y de un “gobierno progresista”.

Con ello sortearon las evidentes diferencias que tenían con sus ahora aliados. Y pudo ser posible porque el Presidente Boric cedió la conducción de su gobierno (Interior, Hacienda, Relaciones Exteriores, Secretaría General de la Presidencia) a aquellos que sus seguidores antes denostaban; y también porque esos seguidores, por aquello de las mieles del poder, como Clodoveo el sicambro aceptaron inclinar la cerviz a la espera de tiempos mejores.

Y ese tiempo llegó. Veamos sólo algo de lo que ocurrió durante la pasada semana.

El lunes Carolina Tohá le dijo a Jeanette Jara, en un debate organizado por The Clinic y Radio Pauta, que representaba a un partido que “donde ha gobernado en el mundo, los países se han estancado socialmente y ha cundido la pobreza”. No le contestó Jeannette, sino que Lautaro Carmona, el presidente del PC, quien afirmó al día siguiente que a Tohá se le olvidaban China y Vietnam que son ejemplos -dijo- de “políticas comunistas exitosas en lo económico”. Después de esa afirmación a los que seguíamos el diálogo no nos quedó más que creer que el objetivo estratégico del PC es una economía hiper capitalista controlada por una dictadura hiper comunista. Pero la semana recién comenzaba. El miércoles fue el turno de Jara: en un nuevo debate, esta vez organizado por Radio Cooperativa, le dijo a Tohá que tenía una “actitud complaciente” en materia de seguridad pública “Me preocupa el tono -le dijo- si estuviera todo tan perfecto (…), la población no estaría en la situación en la que se siente, con los datos que hay y la situación en que estamos”. Esa misma noche, en Mega, Tohá replicó señalando: “no soy partidaria de que el PC gobierne el país… por eso me estoy presentando a esta primaria”. Más claro imposible.

Más. En otro foro o quizás en alguno de los anteriores, Carolina Tohá reprochó a Gonzalo Winter de hacer lo que su partido viene haciendo desde hace años: una caricatura de la Concertación de Partidos por la Democracia y su obra. Y es que la gente de Winter -o sea aquellos que llegaron para desplazar a los “viejos” del socialismo democrático- se despacharon en la Franja Electoral con una caricatura despiadada de la Concertación y su obra en la parodia que titularon “La mesa del poder”. Por si no la vieron, en ella aparecen unos personajes detestables que bien pueden ser empresarios inescrupulosos o políticos de la Concertación o ambos mezclados, comiendo y bebiendo mientras se mueren de la risa celebrando las riquezas que le han procurado las políticas de los “30 años”; es decir, la superioridad moral en gloria y majestad. Y por si quedaran dudas, Beatriz Sánchez, coordinadora territorial de la campaña de Gonzalo Winter se encargó de confirmarlo en una entrevista para Teletrece Radio. Ahí, refiriéndose a la Concertación, afirmó: “Es un proyecto que se agotó… No les pareció tan malo entrar al directorio de una AFP». La cosa ha llegado tan lejos que ha puesto en riesgo la estabilidad del propio gobierno, al grado que dirigentes del PS, el PPD y del Partido Liberal se restaron de la reunión semanal del comité político en La Moneda.

O sea, el tiro por la culata: creían que la primaria exaltaría una unidad soñada y terminó en  el desvelamiento de una realidad que todo Chile ha sabido desde que la izquierda democrática tomó su pésima decisión: no puede existir unidad entre dos izquierdas que son esencialmente diferentes.

Lo que nos lleva repetir la pregunta que también todo Chile viene haciéndose desde un comienzo y que, para que se entienda mejor, repetiré en el lenguaje satánico que inauguró Oscar Landerretche para referirse al Frente Amplio y a la posibilidad de que volvieran a convertir a Chile en “un maldito infierno”: ¡qué demonios siguen haciendo ahí los partidos de la izquierda democrática! (El Líbero)

Álvaro Briones