El tercer retiro-Alejandro Alarcón

El tercer retiro-Alejandro Alarcón

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El martes 27 de abril de 2021 marca un antes y un después en la profunda crisis política e institucional que enfrenta el país. El requerimiento presentado por La Moneda para que el Tribunal Constitucional se pronunciara sobre la legalidad de un tercer retiro de los fondos previsionales en el marco de la actual Constitución fue descartado sin siquiera considerar el fondo de la situación. Después hubo confusas explicaciones de un miembro del TC, argumentado su voto en el sentido de las necesidades sociales que tiene el país.

No niego el impacto social que está teniendo Chile en su trayectoria, sobre todo del desempleo desde el último trimestre de 2019 y que fue acentuado durante la pandemia, pero es esta sentencia del TC, la que marca la hegemonía de un poder del Estado, el Legislativo sobre el Ejecutivo. En simple, el Presidente ha sido desfenestrado y ahora deberá terminar su gobierno con evidente falta de poder.

Pude apreciar la celebración de algunas candidatas a la presidencia del país que levantaban su puño frente a esta situación, una manifestación más propia de los deportistas que ganan competencias o galardones en el plano atlético y después, otros miembros de la oposición se manifestaron felices del intento de desfondar a las AFP, que estaba siendo exitoso. Es decir, no es simplemente su preocupación social por los millones que están sufriendo a causa de esta tragedia, sino más bien alegría por derrumbar una pieza clave del mercado de capitales chilenos que ha financiado desde inmensos proyectos de inversión hasta una amplia gama de artículos electrónicos que permiten a todos vivir mejor, incluyendo desde luego automóviles y capital de trabajo para pequeños emprendedores, y ciertamente el financiamiento de primera y segunda vivienda para las familias chilenas.

Entre los que celebraban el impacto sobre La Moneda se encontraban personas que proponen bonos por un total de 40.000 millones de dólares de aquí a fin de año para enfrentar la crisis, más de la mitad del presupuesto de la nación para 2021. Consultados sobre su financiamiento, las explicaciones no fueron emitidas, en una clara señal de demagogia y populismo. Si agregamos los gastos fiscales efectuados hasta aquí para enfrentar el desempleo de millones de chilenos y subsidios para el sustento de sus familias, por unos 30.000 millones de dólares, unido a lo anterior, a los efectos intertemporales de los retiros acumulados, por unos 55.000 millones de dólares, llegamos a una cifra que prácticamente dobla el presupuesto de la nación para este año.

Es decir, quienes han promovido los retiros desde las cuentas privadas de ahorro, lo que evidentemente afectará el ahorro privado del país, son los mismos que dan señales al capital extranjero, que representa el ahorro externo y, son los mismo que promueven desahorro fiscal. Yo me pregunto, ¿de dónde vendrán los recursos para financiar la inversión del país para obtener un crecimiento sostenido del empleo de calidad, del consumo permanente y en definitiva, del crecimiento, progreso y bienestar de los ciudadanos? No conozco respuestas en estas materias.

Lo único claro para mí es que se busca consolidar el poder, ganar en las elecciones y retomar la conducción del país, perdida precisamente por la baja performance del crecimiento y la inversión en el último periodo de gobierno de la centroizquierda.

También sé que el proceso de endeudamiento público continuará, lo que ha sido mitigado por el alza que está experimentando el precio del cobre en los mercados internacionales, a causa de la reactivación de la economía China. Como sabemos, es un país comunista, pero que busca su desarrollo a través del mercado, la apertura internacional y el capitalismo.

Qué cruel paradoja para la extrema izquierda de este país, que va  exactamente en sentido contrario; es decir, los comunistas chilenos son más anacrónicos que los comunistas chinos. La ciudadanía tendrá que ponderar adecuadamente todas estas manifestaciones para obtener  en el futuro cercanía a países ciertamente capitalistas, como Finlandia y Nueva Zelandia, en lugar de parecernos cada vez más al destino de nuestros vecinos argentinos. (El Líbero)

Alejandro Alarcón

 

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