No hay semana en que este Gobierno no de que hablar; ciertamente no por sus virtudes o aciertos, sino porque van conociéndose hechos inaceptables como el Caso Convenios; o por actuaciones inentendibles del Presidente en Europa, haciéndole un sentido reconocimiento a Baltazar Garzón, para culminar esta semana con el inverosímil robo en el Ministerio de Desarrollo Social.
Resulta poco creíble que esto haya sido sólo un cuento del tío, pues fue una operación tan acuciosamente planificada, rápida y efectiva, que sin ayuda de información desde el interior del Ministerio es muy improbable que se hubiera podido realizar.
Lo primero que salta a la vista es que según confirmó el subsecretario de Prevención del Delito, Eduardo Vergara, el guardia que estaba a cargo de la seguridad era alguien de una empresa privada llamada HM seguridad, a la cual, durante la madrugada después de ocurrido el robo, se le fiscalizó su trabajo y se le cursaron «ciertas multas porque tenían cursos pendientes». La pregunta que surge de inmediato es ¿por qué no se le exigió antes a dicha empresa comprobar que tenían todos los cursos certificados por el OS-10 que exige la ley y esperaron que ocurriera el robo para hacerlo?
Enseguida, si quien llamó al guardia de seguridad se hizo pasar por el ministro Jackson durante 40 minutos, diciéndole que debía reunir 50 computadores que serían retirados posteriormente por tres de sus sobrinos, cabe preguntar ¿se le inquirió al supuesto ministro Jackson la identidad de quienes irían a retirarlos y una vez que llegaron, habiendo aparecidos vestidos de overol blanco y con máscaras en la cara, ¿se les exigió identificarse y sacarse las máscaras antes de entregarles los equipos?
Pero ya el summum de lo increíble es que en un segundo llamado se le dijo al guardia que permitiera entrar a los sobrinos a fumigar el quinto piso y llevarse una caja fuerte. ¿Y no le pareció raro al guardia nada de eso? ¿no se objetó la irregularidad de lo que estaba sucediendo? ¿se intentó comprobar si eran ciertas las instrucciones y el llamado del supuesto ministro Jackson?
Si fuera efectivo el cuento del tío, los delincuentes antes de realizar el asalto deberían haber estudiado largamente las medidas de seguridad del Ministerio; pasearse durante una o más jornadas laborales por todo el edificio para identificar cuantos y donde estaban los computadores; subir al quinto piso, ver que existía una caja fuerte y para que eso fuese posible debieron haber comunicado al ingreso que iban a reunirse con algún funcionario con nombre y apellido; si no, ¿cómo ingresaron?
Y si no fue así, ¿se puede creer que se expondrían a ser detenidos en flagrancia en un Ministerio, si el sentido común indica que las medidas de seguridad son estrictas en dichas reparticiones y obviamente que encontrarían raro que el Ministro del ramo llamara en la noche para que autorizaran entregarle a tres sobrinos 50 computadores, además a subir a fumigar y llevarse una caja fuerte, por lo que seguramente llamarían a la policía para informar el hecho y al propio Ministro para confirmar la llamada?
Raro además que, si en la llamada solicitaron que se les entregaran 50 computadores y no 23, los “sobrinos” no insistieran por los faltantes. Pero, además, ¿cómo sabían cuántos computadores había, donde estaban, que existía una caja fuerte en el quinto piso, en qué lugar se encontraba y era fácil llevársela?
Como rápidamente se encontraron los 23 computadores que se les entregaron, según dicen, intactos, cabe preguntarnos entonces, ¿no serían un señuelo para creer que fue un cuento del tío y el verdadero propósito era la caja fuerte, por el contenido que había en la misma?
Finalmente, resulta muy impactante el mensaje en Twitter del senador socialista y por ende oficialista, Fidel Espinoza Sandoval, quien señaló textualmente: “Lo dijimos. Si no se apuran en incautar desde Fiscalía, ocurrirá esto. Son una red de Sinvergüenzas que ya perdieron el pudor. Renuncia @jackson. Eres el líder de la banda y te lo digo sin tapujos y sin miedos a tus amenazas a q me calle q me has hecho llegar”.
Después de ese mensaje sólo cabe exigir que el robo del año se dilucide a la brevedad, por la gravedad de los hechos, por las dudas que genera, por la forma en que se hizo y porque pareciera que el verdadero cuento del tío es hacernos creer que eso fue lo que pasó. (El Líbero)
Jaime Jankelevich



