El octubrismo contraataca

El octubrismo contraataca

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Para los que creían que el octubrismo fundacional en Chile estaba sepultado, la victoria de Jeannette Jara en las primarias presidenciales del oficialismo constituye un brusco despertar. Si bien todavía falta que corra mucha agua bajo el puente, la inapelable victoria de la militante del Partido Comunista y su coronación como candidata presidencial de la coalición que otrora fuera conocida como Concertación/Nueva Mayoría representa una amenaza formidable a la estabilidad política y económica del país.

Los vientos fundacionales comienzan a soplar nuevamente en Chile. El discurso de superar el capitalismo y buscar un modelo económico basado en el rol preponderante del Estado nuevamente comienza a ganar fuerza. En su discurso de victoria y en sus primeras declaraciones ayer lunes, Jara confirmó sus posiciones radicales de izquierda. Ayer declaró que ella seguirá adelante con el “no más AFP”. Es posible que, en las próximas semanas, Jara buscará moderar su discurso. Pero para alguien que entró a militar al PC antes de que cayera la cortina de hierro y ha seguido militando en el comunismo toda su vida, un par de semanas de moderación no pueden borrar una vida de compromiso con un modelo estatista fracasado y con valores políticos que justifican el autoritarismo y la dictadura cuando son de izquierda y valoran la democracia solo cuando ellos ganan elecciones.

Aunque las bolsas y los analistas creen que Jara tiene muy pocas posibilidades de convertirse en la próxima presidenta de Chile, el hecho innegable es que el país está hoy más cerca de escoger una militante del Partido Comunista para la primera magistratura que en ningún otro momento desde el retorno de la democracia. Al haber derrotado a la candidata del socialismo democrático Carolina Tohá y al abanderado del Frente Amplio, Gonzalo Winter, la candidata del Partido Comunista se ha posicionado como la abanderada de una coalición oficialista que incluye algunos de los partidos más importantes de Chile.

Es cierto que las encuestas no la acompañan, pero ya en 2021 vimos cómo los vientos electorales pueden cambiar muy rápido. En lo que va de 2025, las encuestas ya han mostrado mucha fluctuación. En marzo de este año, muchos hubieran apostado que los chilenos iban a tener que escoger en una segunda vuelta presidencial entre la centroizquierdista Carolina Tohá y la centroderechista Evelyn Matthei. Las encuestas más recientes parecen sugerir que la segunda vuelta bien pudiera terminar siendo un enfrentamiento entre el candidato de derecha radical José Antonio Kast y la candidata de izquierda comunista Jeannette Jara. El sueño de muchos de tener una elección entre dos opciones moderadas se desvanece rápidamente.

Algunos buscarán minimizar el riesgo diciendo que Jara es parte de una coalición de gobierno que ya tiene experiencia gobernando el país. Pero si hubiera sido por la voluntad del gobierno, y de la propia Jara, Chile hoy estaría regido por el mamarracho constitucional que redactó la convención en 2021-2022.  El sueño de país que tiene Jara se parece mucho a la barbaridad que propuso la convención constituyente que al modelo de libre mercado que hoy tenemos.

Al militar en el Partido Comunista, Jara públicamente reconoce que su objetivo es construir el camino hacia el socialismo, siguiendo la doctrina de Karl Marx. Algunos dirán que Jara es más bien socialdemócrata. Ella misma ha dicho que se define como alguien de centroizquierda. Pero tal como un cristiano no puede negar de su fe en Cristo, los comunistas nunca abandonan su creencia de que el capitalismo eventualmente será superado para construir el socialismo en que el partido comunista sea la vanguardia que defienda y vele por el bienestar de la clase obrera.

Muchos dirán que el comunismo ya fracasó. Pero alguien que sigue militando en ese partido y que abraza la concepción marxista de la sociedad, como Jeannette Jara, seguramente discrepa de esa verdad innegable. Si Jara creyera que el comunismo fracasó, hace rato hubiera abandonado ese partido. No hay que confundirse, Jara tiene un norte claro. Para ella, el capitalismo debe ser reemplazado por una sociedad en la que el Estado, liderado por un partido que presumiblemente defiende los intereses de los trabajadores, subyuga al capital e impone un modelo centralmente dirigido. Igual que un terraplanista que, desconociendo la evidencia, insiste en su forma de entender el mundo, Jara cree que el comunismo ofrece una mejor respuesta que la democracia capitalista a los problemas de la sociedad. En ese sentido, porque cree en un modelo fracasado que ha hecho demasiado daño a la humanidad, Jara es un peligro para la democracia en Chile. Su defensa del octubrismo y de todo lo desastroso que resultó ese fallido experimento anticipan que, de llegar a la presidencia, Chile volverá a vivir una pesadilla.

Pudiera ser que la candidatura de Jara no levante vuelo. Pero el solo hecho que una persona que orgullosamente ha militado en un partido que no cree en la democracia ni en el mercado haya ganado una elección presidencial primaria deja en claro que la amenaza del octubrismo no ha desparecido en Chile.