El inesperado efecto de las primarias-Claudio Hohmann

El inesperado efecto de las primarias-Claudio Hohmann

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Cuando Jeannette Jara resultó elegida en las primarias de la izquierda en junio pasado, derrotando por amplio margen a Carolina Tohá, lo que en realidad aconteció -ahora lo sabemos, aunque no era trivial preverlo- fue una mala decisión del progresismo. El explicable entusiasmo que el amplio triunfo de la candidata comunista produjo en el sector en los días que siguieron a esa elección no tenía en realidad mayor asidero.

Como se sabe, en esa contienda electoral, en la que votar no era legalmente obligatorio, sufragó apenas un poco más del 9% del padrón electoral. Para inscribir su nombre en la primera vuelta como candidata única de la izquierda a Jara le bastó con el voto favorable de un 5,3% de los electores del padrón electoral, demasiado poco como para cantar victoria.

En cambio, ¿qué habría ocurrido si en lugar de realizar primarias, la izquierda -emulando a la derecha- hubiera optado por el candidato o candidata de mayor votación en la primera vuelta de cara al balotaje? Con alta probabilidad el voto obligatorio que rigió en la reciente elección, por lo demás de suyo representativo, habría arrojado un resultado distinto al de las primarias. No es impensable que en tal caso Tohá hubiera obtenido una votación mucho mayor que en esa elección -un esmirriado 2,4%- y la más alta entre sus competidores, lo que la tendría en estos días en plena campaña electoral, lo que -sobra decirlo- habría modificado significativamente el actual panorama electoral, cuyo resultado a estas alturas admite pocas dudas.

Pues bien, lo que en su momento se creyó un gran logro de la izquierda -la realización de sus primarias en junio pasado- ha sido finalmente lo que la ha puesto en una situación claramente desmejorada de cara a la elección de diciembre. Justo lo contrario de la derecha, que al evitarlas -beneficiándose de la masividad del voto obligatorio- se ha puesto en una posición claramente aventajada.

Al fin, las primarias del progresismo han terminado jugando un papel inesperado y trascendental en esta elección presidencial, uno que nadie previó en abril pasado cuando la coalición oficialista inscribió a sus cuatro aspirantes al balotaje, ni tampoco cuando la derecha declinó finalmente realizarlas. Y es que como Brunner nos suele recordar, de cuando en cuando la democracia se gasta sus astucias. (El Líbero)

Claudio Hohmann