El fin del PAIG -Roberto Astaburuaga

El fin del PAIG -Roberto Astaburuaga

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El Congreso rechazó la semana pasada el financiamiento para el PAIG en la Ley de Presupuestos 2026. El Senado lo rechazó por nueve votos a favor y 18 en contra, y la Cámara lo ratificó por 57 a favor, 61 en contra y tres abstenciones. El PAIG no tiene recursos para funcionar durante el 2026. Fue el gobierno de Boric el que cavó la tumba del PAIG.

Como hemos detallado anteriormente, los problemas y errores del PAIG son graves y numerosos, pero lo esencial radica en su intención: el enfoque transafirmativo, es decir, la validación de la percepción (de niños entre tres a 17 años) de ser del sexo opuesto, disponiendo medidas de acompañamiento personal, familiar y escolar que afirmen dicha percepción. Por ejemplo, fomentar el uso de nombres, pronombres, ropa o uso de baños y camarines del sexo opuesto. El sufrimiento de estos niños por la separación entre su sexo y su percepción, según los transafirmativistas, se origina en el rechazo social (la “transfobia”). La sociedad es la culpable de no respetar la “identidad de género” y por tanto, hay que cambiar la sociedad. Sin duda, un número considerable de padres, asustados y perdidos, aceptaron, pensando en lo mejor para sus hijos, que recibieran atención transafirmativa, coaccionados por el chantaje emocional del hijo trans o hijo muerto. Como es evidente, nada bueno puede salir de esto.

Políticamente, se dio vuelta la tortilla. Cada vez son más los parlamentarios del oficialismo que no entregan su voto favorable, y varios se atreven incluso a rechazar, y la oposición cada vez adopta una postura más unitaria, salvo los descuelgues de Evópoli. Si en 2022, el PAIG se aprobó con 83 votos a favor, en 2025 fueron 26 votos menos. El Informe de la Comisión Investigadora Nº57, cuya primera recomendación fue suspender el PAIG, solo contó con el rechazo de 31 diputados. Defender y apoyar que se experimente con niños no sale gratis.

Esta victoria es muestra del cambio que vive Chile. El Rechazo del 4S fue la primera señal del rechazo a una agenda ideológica identitaria y arrogante, propia de la izquierda progresista y de sus cómplices liberales de la derecha. Se metieron con los niños y cruzaron la línea roja de respetar lo sagrado, como es su inocencia y vulnerabilidad. Las responsabilidades (personales, políticas, penales, contractuales) comenzarán a cobrarse y así mismo, ocupando la neolengua, se exigirán garantías de verdad, justicia, reparación y no repetición por el daño físico y psicológico causado a miles de niños y sus familias.

El fracaso más evidente en proteger a los niños se materializa en, irónicamente, la Defensoría de la Niñez. El órgano por excelencia encargado de velar por la seguridad y el bienestar de los niños no ha dudado en apoyar y promover el enfoque transafirmativo, llamando a los diputados a rechazar el Informe de la Comisión Investigadora y condenando la votación que dejo al PAIG sin financiamiento. Un fracaso absoluto de una institución al servicio de una ideología.

El PAIG quedó sin recursos públicos, pero el trabajo de erradicar el enfoque transafirmativo está lejos de terminar. La votación de la semana pasada es solo el inicio. El apoyo a transicionar niños se ha extendido a municipalidades, la red de salud, programas sociales relacionados con niños y en el mundo privado campean a sus anchas. No desaparecerán porque se reiventarán, con nuevos discursos (“un retroceso civilizatorio”), eufemismos y discursos victimistas (pronto escucharemos de las alertas por suicidios debido al cierre del PAIG).

El rechazo al PAIG es un golpe fuerte y contundente, que acogió las alertas sobre el escándalo que ocurre en Chile, y un llamado a seguir cuidando a los niños. (El Líbero)

Roberto Astaburuaga