El estadista Longueira

El estadista Longueira

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Aunque algunos de ellos no nos gusten, un hombre o una mujer de Estado han sido:

  • Julio César, cuando violando las leyes de Roma y las órdenes del Senado, cruzó el río Rubicón con sus legiones e inició la conquista de las Galias.
  • Isabel la Católica, que prestó todo su apoyo a la aventura de Cristóbal Colón.
  • Enrique IV de Francia, que para calzarse la corona se convirtió al catolicismo porque «París bien vale una  misa».
  • El gobernador de Chile Martín García Óñez de Loyola, que buscó la paz con los mapuches antes de morir en el combate de Curalaba.
  • Bernardo O’Higgins, que abolió los mayorazgos y los títulos de nobleza, y abdicó para evitar una guerra civil.
  • Diego Portales, fundador de la república oligárquica, que impuso su autoridad a los militares, lo que le costó la vida.
  • El Presidente Domingo Santa María, que creó el Registro Civil y los cementerios laicos.
  • El Presidente Arturo Alessandri Palma, que negoció con el Vaticano la separación de la Iglesia Católica y el Estado de Chile.
  • El dictador Carlos Ibáñez del Campo, que firmó con su colega peruano Augusto Leguía el tratado que puso fin al conflicto de Tacna y Arica, asignando Arica a Chile y Tacna al Perú.
  • El Presidente Pedro Aguirre Cerda, que a pesar de la oposición cerrada de la derecha creó la Corfo, pilar del desarrollo de la industria chilena.
  • Winston Churchill, que movilizó a su país contra la agresión de Alemania, ofreciendo al pueblo británico solo «sangre, sudor y lágrimas».
  • Stalin, que se negó a canjear al mariscal alemán Von Paulus, capturado por los rusos, por su hijo Yakov –prisionero en Alemania, donde morirá–, con la frase: «Yo no cambio un mariscal por un soldado».
  • El Presidente Mitterrand, que abolió la pena de muerte contra la opinión del 70 por ciento de los franceses.El Presidente Charles de Gaulle, que dio la independencia a Argelia, a pesar de haber sido llevado al poder por los militares que se habían alzado a favor de una Argelia francesa.
  • Margaret Thatcher, que envió la escuadra británica a 12.000 kilómetros de distancia a recuperar las Islas Malvinas que los ingleses llaman Falkland.
  • Mandela, que al cabo de una vida de cárcel y de lucha, negoció con el gobierno blanco el fin del apartheid en Sudáfrica.
  • El Presidente Eduardo Frei Montalva, que realizó la reforma agraria contra la furibunda oposición de la derecha, que le había dado sus votos.
  • Salvador Allende, que prefirió morir en La Moneda antes que aceptar la humillación del exilio.
  • Patricio Aylwin, que pidió perdón a nombre del Estado de Chile por las violaciones a los derechos humanos y creó la Comisión Rettig.
  • Ricardo Lagos, que respondió por teléfono con un «no» al presidente Bush que le pedía el voto de Chile en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas a favor de la invasión de Irak.
  • Obama y Raúl Castro, que restablecieron las relaciones Cuba-EE.UU. después de medio siglo de escaramuzas.

Los actos de los estadistas son recordados a lo largo de los siglos y quedan registrados en la historia. ¿Alguien recuerda hoy o recordará mañana los “méritos” de Pablo Longueira de haber ayudado al gobierno de Lagos a echar tierra al escándalo MOP-Gate y a la Democracia Cristiana a corregir la inscripción errónea de sus candidatos para una olvidada elección parlamentaria? Más bien, es probable que sea recordado, al menos un buen tiempo, por la ley que lleva su nombre, que entregó a siete familias las riquezas pesqueras de Chile, o por haber pasado la barrera del millón de dólares con facturas fantasiosas emitidas por él, sus parientes, empleados y compinches.

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