En un artículo reciente de carácter político, y no de la disciplina económica, me permití decir que una rebaja de impuestos no solo no traería un desequilibrio presupuestario, sino que hasta podía causar un incremento de la recaudación, y cité en abono la política de Ronald Reagan al respecto.
No puedo discutir con un profesor de escuela sobre su especialidad, pero dejo constancia (como lo hace don Sebastián Edwards) de que hay estudios contradictorios sobre el efecto de los impuestos en la vida económica, y al parecer leí algo que a él no le convence. Desde luego, el profesor me indica los plazos en que se desarrollaron los efectos que él describe. El corresponsal puede conceder que la recaudación varía como porcentaje del PIB por muchos factores, entre otros el crecimiento del mismo y también que el déficit fiscal puede ser influido por la temible inercia del gasto público. Reagan aumentó el gasto militar, lo que aceleró la caída de la URSS. Volviendo a Chile, el tramo superior del impuesto Global y de Segunda Categoría fue rebajado en cinco puntos por el Presidente Aylwin, y en otros cinco puntos por el Presidente Lagos, y para ambos el equilibrio presupuestario era importante: nadie ha podido acusarlos de encarnar quimeras económicas.
Cierro reafirmando que si personas comprometidas con la estabilidad y la libertad como prendas de adelanto económico y social persisten en la idea de que un gobierno de Kast encierra peligro para las cuentas fiscales, están equivocando el énfasis. Los factores rupturistas presentes en otras candidaturas no son solamente orales o gestuales, sino que traerían un deterioro completo y totalizante. Dichos críticos no pueden en esta etapa dañar al candidato que lleva las de ganar precisamente encarnando las ideas que explican los éxitos de nuestro país. (El Mercurio Cartas)
Carlos Larraín P.
