El aporte experto-Sergio Urzúa

El aporte experto-Sergio Urzúa

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¡Los expertos están de vuelta! Algo impensado poco tiempo atrás. ¿Habrá sido el desorden institucional? ¿Quizás el fiasco que fue la Convención? O en una de esas, su regreso se explica por algo más subliminal. Horas de mundial, con expertos como Mbappé y Messi dando cátedra, activaron el sentido común: una cosa es jugar una pichanga de barrio y otra es la responsabilidad de echarse un país al hombro. Como sea, son bienvenidos.

Momentito, ¿cómo que “como sea”?, dirá usted. Le tomo el punto. Es cierto que, sin conocer los nombres de quienes jugarán un rol clave en el nuevo proceso constituyente, un anticipado “bienvenido” puede ser un pelito optimista, al borde del off side. Y es que el mercado de “esos expertos” es complicado, no es como el del fútbol. Un perito con la pelota se nota. La gente paga por verlo, los equipos se lo pelean, los auspiciadores le sobran. Las fuerzas del mercado dejan claro quién es crack. En otras profesiones, si bien el mercado opera, se puede pasar gato por liebre con más facilidad.

Pero fíjese que, incluso con ese riesgo, estoy algo optimista. Le cuento por qué. La semana pasada hubo un seminario en la Casa Central de la UC, que reunió a un grupo de economistas especial: los ocho ministros de Hacienda entre 1990 y 2019. Todos, en distintas circunstancias y tiempos, tuvieron que ponerse la 10 del país. Podemos discutir si uno era bueno para la finta, otro hábil con los pies o fuerte en el juego aéreo, quién lució más; pero le aseguro que la experiencia de haber estado a cargo de la billetera fiscal entrega un grado de pericia que no da ningún PhD. Por eso valía le pena escucharlos.

Y déjeme decirle que, al hacerlo, uno rápido confirma lo obvio: el progreso de ese período de nuestra historia no fue suerte de amateur. Ellos juegan de memoria, dominan la pelota fiscal y tienen oficio de servidor público. Todos, además, reconocen que les faltaron partidos por ganar, reformas que aprobar. Y aquí lo más interesante. Hubo un amplio consenso en el grupo respecto del principal problema que enfrenta Chile: un fragmentado régimen político tiene al país con un pie en la B.

A partir de las experiencias de los exministros, se pudo también constatar que ese problema se ha agravado en el tiempo. Eso demuestra el daño creciente de nuestro deficiente sistema electoral. Su estructura de incentivos está desalineada con los intereses del país. Con 21 partidos en el Congreso, ¿cuánto espacio hay para ponerse de acuerdo? Sobran los díscolos y quienes buscan lucirse incluso saltándose las reglas del juego. El caldo de cultivo para la polarización es total.

¿De dónde entonces el optimismo? Muy simple. De la oportunidad que brinda el nuevo acuerdo constitucional al agrupar a expertos que apunten al tema medular: mejorar la política a partir de un mejor sistema electoral. ¿Cuál es el diseño óptimo? ¿Cómo alcanzarlo con la resistencia de los incumbentes? Preguntas difíciles que requieren precisamente conocimiento, experiencia y habilidad. Por eso, como quedó claro en ese seminario, con el aporte experto, Chile puede volver a progresar. (El Mercurio)

Sergio Urzúa