El 17 de diciembre

El 17 de diciembre

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El mundo se ha vuelto muy inseguro. Aparte de los conflictos en Ucrania y Gaza, con miles de víctimas y refugiados, lo peor para nosotros es que avanza el crimen organizado en toda Latinoamérica, incluso en Chile, donde hasta hace poco tiempo no teníamos secuestros, sicariato ni narcotráfico. ¿Cómo se puede proteger un país relativamente vulnerable como Chile? La mejor defensa contra amenazas externas e internas, como la crisis de confianza pública actual, es la unión en torno a instituciones sólidas, nuestras, acordadas y legitimadas.

Los 18 millones de chilenos no somos expertos constitucionalistas, pero se nos pide elegir entre dos constituciones. ¿Cómo decidir, si es imposible que sepamos evaluar cada artículo y sus consecuencias? Lo analizo así: observemos el contexto político de Chile y votemos por el texto que mejor nos pueda asegurar estabilidad. Lo que más necesita Chile para progresar es certeza. Por eso, es mejor apoyar la nueva Constitución. Hemos vivido este larguísimo proceso porque muchos han considerado que la Constitución actualmente vigente no tiene legitimidad de origen, a pesar de las muchas reformas introducidas en democracia. En cambio, la nueva Constitución ha sido elaborada en plena democracia. Su texto es razonable y contiene todos los conceptos que en las democracias occidentales son intransables: respeto a los derechos y libertades personales, pluralismo político, alternancia en el poder, el debido proceso y justicia independiente, y ciertos equilibrios para que toda la sociedad —tanto el Estado como los privados— puedan contribuir para satisfacer los nuevos derechos sociales. Están los elementos de una democracia plena.

Una Constitución democrática —y en general, el Estado de Derecho— es de las obras humanas más complejas y sofisticadas. Recoge la experiencia de siglos para relacionar instituciones, principios, valores y reglas en forma coherente, de modo que todo el engranaje del Estado funcione y garantice deberes y derechos de gobernantes y gobernados.

En diciembre podríamos salir ganadores todos. Ninguna Constitución es perfecta, pero cualquiera sea el resultado, A favor de la nueva o En contra y, por lo tanto, manteniendo la vigente, se trata de dos textos razonables. Tras tantas votaciones, rechazo, nuevo intento y nuevo plebiscito, finalmente, el texto que prevalezca debería ser aceptado y honrado como un pacto social. Será un desenlace ultraplebiscitado; por lo tanto, la Constitución que quede tras este largo proceso será la más legitimada de que se tenga memoria. Los países fracasan cuando no saben dotarse de instituciones sólidas. Un pueblo sabio acepta las reglas acordadas, las asume y mira al futuro. (El Mercurio)

Karin Ebensperger