E. Ottone: «La socialdemocracia pasó de «insulto» a «certificado de buena conducta»

E. Ottone: «La socialdemocracia pasó de «insulto» a «certificado de buena conducta»

Compartir

El analista político Ernesto Ottone aborda el resurgimiento del término socialdemocracia en el debate electoral chileno, señalando que, si bien hoy se repite con frecuencia y en sentido positivo en casi todo el arco político, en el pasado fue un «insulto» en la izquierda, sinónimo de «derechismo y pusilanimidad». Hoy, su mención se ha transformado en un «certificado de buena conducta» que sugiere moderación, gradualidad y busca «borrar pecados de agresividades pasadas», siendo adoptado por la derecha democrática, el centro, e incluso por la candidata Jeannette Jara y el propio Presidente.

Según Ottone, el «misterio profundo» radica en por qué, siendo un concepto tan apreciado y similar al espíritu de la Concertación –la coalición que dirigió los «mejores decenios» de Chile–, no forma parte de la oferta electoral explícita.

El analista explica que la socialdemocracia no es un simple apodo, sino un «pensamiento político, económico y social con una larga historia». Este surgió a comienzos del siglo XX como una escisión reformadora del movimiento obrero marxista. En 1899, Eduard Bernstein, discípulo de Marx, planteó en su libro Premisas del socialismo y los objetivos de la socialdemocracia un camino alternativo, reformador del capitalismo, que valora la democracia liberal como permanente y excluye la violencia y la dictadura del proletariado.

La socialdemocracia tuvo una vida difícil al confrontarse con el marxismo revolucionario de la Revolución de Octubre y la extensión del fascismo y el nazismo. Solo después de la Segunda Guerra Mundial, pudo consolidarse como una fuerza de gobierno en Occidente, combinando con éxito el crecimiento económico y altos niveles de igualdad, especialmente en los países nórdicos, mediante reformas progresistas, «Estados musculosos» y economías de mercado productivas.

Un punto de inflexión, destaca Ottone, fue el congreso del Partido Socialdemócrata alemán en Bad Godesberg en 1959, donde la colectividad abandonó toda referencia al marxismo y estableció que la economía de mercado, la democracia y la justicia social no eran incompatibles, sino complementarias.

En este encuentro, el partido tomó la decisión de abandonar toda referencia al marxismo, una ruptura histórica con sus orígenes. El SPD declaró que no poseía «verdades últimas» e identificó al socialismo como una «profundización de la democracia».

Lo más relevante fue que el congreso estableció que la economía de mercado, la democracia y la justicia social no eran conceptos incompatibles, sino complementarios. Esta postura sentó las bases para el modelo de socialdemocracia que, posteriormente, jugaría un papel crucial en el desarrollo de los exitosos «Estados de bienestar» de Occidente.

No obstante, el paso a la sociedad de la información ha traído un «mundo guerrero» donde los valores socialdemócratas luchan por expresarse y donde los extremismos de derecha e izquierda gozan de buena salud. En la experiencia chilena, esto se reflejó en el cierre del ciclo beneficioso de la Concertación, cuya orientación socialdemócrata era aún frágil y «se descuajeringó».

De cara al futuro, aunque la socialdemocracia de la sociedad industrial carece de sentido hoy, Ottone sostiene que el progresismo que encarne sus valores debe conservar su metodología democrática, sus reglas liberales y su tono gradual para el siglo XXI. Citando al historiador británico Tony Judt, concluye que la socialdemocracia «es la mejor de las opciones que tenemos hoy», y advierte que sería una traición a generaciones usarla solo como «maquillaje o careta». (NP-Gemini-La Tercera)