Quizás muchos no se han dado cuenta, pero hoy Chile tiene dos gobiernos: uno elegido democráticamente, representando por el Presidente Boric, y otro de facto, liderado por cientos de bandas criminales. La teoría es dolorosa, pero cierta.
El país se ha convertido en un territorio en disputa, donde me temo son los narcos y delincuentes quienes mandan y ejercen la verdadera autoridad.
Mientras tenemos un Presidente que se toma selfies en los cerros, hay miles de criminales que se han apoderado de las calles y han impuesto sus reglas a los ciudadanos de bien.
Por si en La Moneda aún no detectan el fenómeno, les doy varios ejemplos de cómo día a día pierden esta batalla: chilenos encerrados a las siete de la tarde en sus casas, practicando un autoestado de sitio; niños, que debiendo ir a las escuelas, prefieren trabajar como soldados en el negocio de las bandas; reclusos con celulares en mano dirigiendo el delito desde las cárceles; criminales con armas de grueso calibre cobrándose revancha y matando a niños inocentes. ¿Quieren que siga?
Es hora de que el Estado de Chile retome el control del territorio. Los que hoy sienten miedo son los ciudadanos de trabajo y esfuerzo y no los delincuentes.
Me temo que la única salida es que todos, partiendo por el Presidente de la República, entiendan que los delincuentes son delincuentes y no víctimas de un sistema injusto. Y que a la hora de elegir cuál vida vale más, nadie tenga duda de que es más importante la del ciudadano honrado que la del criminal. O los delincuentes se rinden o mueren. Es la única forma de recuperar el control de Chile. (El Mercurio Cartas)
Manuel José Ossandón
Senador
