Esta fue una primera vuelta en la que muchas personas no dudaban de saber por anticipado en qué posiciones llegaban los dos principales competidores, pero donde no se sabía a qué distancia se ubicarían unos de otros.
Las encuestas acertaron en lo fundamental y por eso se identifica bien el efecto que tuvo la sorpresa del día. Jara estuvo dentro del margen inferior de lo que proyectaba el último sondeo, Kast en el margen superior de lo esperado.
Se anticipaba a Jara por sobre el 30% y a la derecha con alrededor de 54%, sumados sus tres representantes. El que se llevó la diferencia de ambos fue Parisi que obtuvo 6 puntos y medio más de lo pronosticado.
La centroizquierda quedó con gusto a poco, pero mirado desde el otro lado de la cancha se puede decir que una candidatura improbable, como la de Parisi, le arrebató a la derecha la posibilidad de romper todas sus marcas históricas conocidas en casi un siglo. Y eso no es poco decir.
Lo que sigue es otra elección, y Jara demostró en la misma noche que seguirá en competencia buscando sumar adhesiones. La derecha, a su vez, sabe sumar y que sus tres candidatos por sí solos superan la mitad de los votos. Además, la participación fue muy alta y los nulos y blancos fueron mínimos, es decir, no hay a dónde más recurrir que a la reconversión de los que ya votaron.
Al final, esta primera vuelta se iba a definir por la distancia que tenían los candidatos de su más cercano oponente y como se lo toman es representativo del resultado.
Jara nunca pensó tener a Kast tan cerca, el republicano se sorprendió de verse seguido por Parisi, el líder del PDG está feliz de estar entre los únicos tres que superaron los dos millones y medio de votos y de haberle ganado a Kaiser, quien está encantado de haber iniciado la carrera con muy poco y ser ahora un personaje del futuro y haber superado a Matthei. Esta última no tiene a quien ver hacia abajo.
La otra incógnita de esta elección era comprobar si la competencia parlamentaria tenía un correlato equivalente a la presidencial.
Los números de la oposición y el oficialismo
En la Cámara de Diputados la derecha tenía 74 representantes, la expectativa era llegara a 85 y la elección les entregó 77.
La UDI tenía 22 diputados y ahora 19, RN 20, quedando con 13 y Evópoli contaba con 2 diputados y hoy los conserva. Amarillos tenía un solo diputado y hoy no tiene, mientras que Demócratas estaba en ocho diputados y llega hoy a uno. En total tenían 50 y ahora 35. Es un retroceso neto.
Por su parte, republicanos tenía 13 diputados, se esperaba que superara los 30 y ahora subieron a 32, los social cristianos tenían cinco y quedan con tres y los libertarios contaban con seis y llegan a siete.
En el resultado parcial disponible anoche, la derecha sumaba 77 diputados y como la mayoría es 78, no alcanza con sus propias fuerzas. Adivine quién obtuvo la diferencia. Por supuesto, el PDG que pasó de uno a 13 parlamentarios.
En el Senado había una apuesta importante: RN tenía once, la UDI nueve, Evópoli tres y Demócratas dos. 25 en total. Queda ahora donde mismo, pero con 18 representantes de Chile Vamos y siete de Cambio por Chile. Lo que no tiene es una clara y nítida mayoría en la Cámara Alta, por lo que se sabe hasta ahora.
La centroizquierda tenía 68 representantes y ahora queda con 64, también por obra y gracia del PDG. Sin embargo, las peores perspectivas ante el buen momento de la derecha no se vieron verificadas. La modificación entre sus fuerzas internas no fueron dramáticas y todos se siguen necesitando para el complejo período de negociaciones que se tiene que verificar antes que se cambie de gobierno.
A partir de ahora, en la derecha habrá una alteración significativa. La mirada predominante se invierte a partir de ahora. Hasta el cierre de campaña de primera vuelta, las candidaturas de la oposición buscaban diferenciarse entre sí, intentando atraer a los mismos electores. Ahora, se trata de destacar las coincidencias, por lo que las figuras principales cambian de los jefes de campaña a los negociadores indispensables para integrar equipos.
Lo que se puede esperar tendrá pocas variaciones. Como se mencionó, el padrón total llega a 15,7 millones de electores. Se esperaba que la participación llegara al 85%, cerca de 13 millones. Se superó esa cantidad y ya no habrá una gran diferencia con los que lleguen a votar el próximo mes.
La centroderecha se juega su subsistencia
Los resultados de la campaña parlamentaria establecen una posibilidad más reducida de Chile Vamos de influir en establecer los términos de la integración de manera que le sean convenientes. En ningún caso la capacidad de las candidaturas derrotadas es muy grande, porque solo tiene espacio para apoyar al ganador.
La derecha unificada buscará dejar atada la candidatura de Jara a la continuidad el gobierno de Boric. Y este mensaje va a predominar por sobre el anticomunismo. Se va a preferir personalizar en Jara la herencia reprobada de la actual administración.
Cuando la derecha quiere describir a esta administración, tratándola realmente mal, utiliza un mantra: “tenemos que sacar a este mal gobierno que tanto daño le ha hecho a Chile”. Esta idea es expresada en múltiples variantes y es significativa.
No se le acusa de un intento activo por implantar un sistema que limitara la libertad de los opositores, buscara confiscar sus bienes o imponerse de alguna forma.
Lo que se le critica al gobierno de Boric es el de ser una administración débil que no supo usar el poder para mejorarle la vida a los ciudadanos. Lo que se le enrostra es lo que no hizo: no dio seguridad, no creó empleo, no posibilitó el crecimiento, no estregó salud ni educación pública de calidad.
Lo que viene ahora es una amenaza inversa. Lo que se está conformando es la posibilidad de que se acumule tal poder en un solo sector que lo use buscando imponer su punto de vista a los que piensan distinto.
No está claro que Chile Vamos puede establecer un sistema de pesos y contrapesos, indispensables en una democracia.
La idea de reforzar la estabilidad del sistema mediante el predominio permanente de un sector carece de sentido porque, tarde o temprano, se produce la alternancia en el poder. Nos condenaría a constantes vaivenes.
Eso requeriría que la centroderecha no perdiera su personalidad propia y continuará disponible para establecer acuerdos transversales a semejanza de lo ocurrido en seguridad y prevención. Chile Vamos ha salido electoralmente debilitado en esta competencia, es de esperar que lo supla con habilidad política. (El Líbero)
Víctor Maldonado



