Doble o nada

Doble o nada

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Mirado con algo de distancia, son muy interesantes los movimientos que viene haciendo la Democracia Cristiana. Al menos si desde la perspectiva comunicacional se trata, ha logrado acaparar la atención de los medios de comunicación, transformándose en un protagonista de la coyuntura, invisibilizando al resto de los partidos opositores. Con la excepción del Partido Socialista, aunque por razones no muy esperanzadoras, brillan por su ausencia el resto de las fuerzas que componen la ex Nueva Mayoría y el Frente Amplio.

Pero como toda jugada audaz, importa también un gran riesgo.

El más inmediato de todos, es que la Falange no pueda sostener lo que ha comprometido. En un lógica política tan parlamentarizada como la nuestra, la última palabra sigue estando en Valparaíso. Es así, por ejemplo, que los mismos diputados DC que concurrieron con su voto favorable para aprobar la idea de legislar del proyecto de reforma tributaria, ya habían sostenido –y lo acaban de repetir- que no están disponibles para la reintegración de nuestro sistema impositivo. Lo anterior no sólo contradice lo que recientemente acordó ese partido con el gobierno, sino que además introduce una duda sobre lo que se suponía era una de las principales fortalezas de Fuad Chahín, a saber, el férreo control sobre sus disputados. En efecto, a la fecha la principal interrogante estaba más puesta en el comportamiento de algunos senadores DC, los que por razones ideológicas o por diferencias personales, o ambas en el caso de algunos, no parecen estar dispuestos a sumarse en esta aventura.

Las ambigüedades de la otra parte en este acuerdo son también un riesgo importante. Es difícil y peligroso negociar con Sebastián Piñera, y vaya que lo saben muchos, tanto en el ámbito público como privado. Después de que se proclamó humo blanco con motivo de las tratativas sobre la reforma previsional, no son pocas las veces que el resultado ha tenido que ser nuevamente defendido y explicado, como consecuencia de los continuos tironeos y reinterpretaciones que hace el Presidente de la República y sus colaboradores. Así por ejemplo, lo que para la DC era un órgano estatal que administraría la cotización adicional del 4%, ya ha mutado a una suerte de “ente” que licitará a privados la gestión de estos recursos. Incluso más, quizás haya que guardar la tan enarbolada bandera de “ningún peso más para las AFP”, después de que el gobierno y sus aliados están pensando en reflotar la idea de una AFP estatal que compita por el total de la cotización bajo las actuales reglas del juego.

Como sea, está por verse si la DC acierta o fracasa en esta estrategia tan interesante como peligrosa a la vez.

Jorge Navarrete/La Tercera

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