Diez años no son nada?-Iris Boeninger

Diez años no son nada?-Iris Boeninger

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El tango Volver de Carlos Gardel, dice “Sentir que es un soplo la vida/Que veinte años no es nada/Que febril la mirada, errante en las sombras/Te busca y te nombra”.

¿Chile buscará la salida a diez años de estancamiento o se acostumbrará a seguir viviendo sin esperanzas? Dice John Wesley, “lo que una generación tolere, la siguiente lo tomará como un estilo de vida”.

Los últimos diez años han sido una carrera de obstáculos.

Entre el año 2014 -en que se inicia el segundo gobierno de Michelle Bachelet- y el año 2023, la expansión económica per cápita fue casi nula. Fue un gobierno de reformas mal planteadas, reforma educacional mal hecha, fracaso en la reforma tributaria y laboral. En lo político la incorporación del PC no le sumó al país nada positivo, todo lo contrario.

En la década anterior la creación de empleo era un 50% más alta que la del periodo 2014 a 2023, bajando de 206 mil empleos/promedio año a 93 mil empleos/promedio año. El ritmo de crecimiento promedio en este último periodo se considera casi negativo.

Diez años de estancamiento en la economía de Chile nos suma a la triste lista de países que perdieron el rumbo y terminaron estancándose.

A esta carrera de obstáculos se suma la crisis de violencia de octubre de 2019, la nefasta política de retiros de pensiones y el proceso constituyente fallido. Luego se suma la pandemia. Esto generó una crisis de gobernabilidad, incertidumbre y desconfianzas, que tiene vinculación directa con el pobre desempeño de la política y la economía de Chile.

Esto ha generado un mayor descontento social como la poca valoración de las instituciones. Existen numerosos estudios que vinculan el crecimiento económico con el índice de criminalidad. Ésta en Chile muestra tasas preocupantes. La reducción de la delincuencia impulsaría la actividad económica.

Todo lo antes mencionado nos lleva a la necesidad de un cambio de mentalidad y un nuevo paradigma. Hablamos de la necesaria empatía política en la columna de El Líbero del lunes 18 de marzo. Debemos a ello sumar la importancia que tiene la confianza y la ética en una sociedad. No cabe duda que debe existir la conciencia de responsabilidades y confianzas recíprocas entre políticos y ciudadanos. Nos obliga a todos a ser responsables, caso contrario se derrumba la credibilidad. A modo de ejemplo, un gobierno que promete y no cumple, no es responsable y pierde la confianza de los ciudadanos. Un ciudadano que no cumple con sus obligaciones cívicas no es responsable. Un político que sólo busca sus propios intereses o los partidarios por encima de las necesidades colectivas de la gente tampoco es responsable. Sin responsabilidad y sin confianza, no es posible construir la ética pública.

Lo ocurrido con el ex director de la PDI Sergio Muñoz, vulnera la confianza ciudadana en un momento de gran inseguridad, narcotráfico y violencia.

Vivimos épocas de gran incertidumbre. Ello nos debe convocar a procesar con la debida empatía qué les pasa a los ciudadanos para así resolver sus problemas más acuciantes.   Esto aplica también a las empresas como agentes sociales, quienes tienen la responsabilidad de incorporar cada vez a más mujeres, comprometerse en el cuidado del ambiente, utilizar con cuidado la Inteligencia Artificial como tener una mirada geopolítica sobre estos asuntos incorporando además la innovación como factor de cambio.

Diez años de estancamiento, deterioro de la democracia, malas decisiones económicas, políticas y sociales, sumado a la dificultad de lograr la debida conexión entre el ciudadano y el político, nos tienen en un momento de gran vulnerabilidad.

Fragmentación política, inseguridad y violencia, incertidumbre, corrupción, deterioro educativo y de la salud y tantos otros hacen que la vida de los chilenos sea incómoda y compleja.

Chile necesita avanzar en la resolución de todo esto que solo será posible con grandes y generosos acuerdos políticos. Esto nos debe convocar a exigir que una mayoría política se comprometa a lograr acuerdos que den gobernabilidad y sea capaz de gobernar con el apoyo de la sociedad compatibilizando crecimiento y equidad.

En cuanto a los problemas institucionales, se destaca la necesidad de partidos políticos fuertes y un Parlamento sólido, la no corrupción, el buen funcionamiento del Poder Judicial, la seguridad ciudadana y el respeto a las reglas del juego político. Por último, no podemos dejar de lado la necesaria y urgente modernización del Estado en los aspectos de política de contrataciones, toma de decisiones e implementación de los programas y políticas públicas.

Crucial será contar en un futuro gobierno con un o una líder audaz que conforme equipos transversales de trabajo junto a los mejores, que sea capaz de tomar decisiones difíciles abriéndose a ideas modernas asumiendo riesgos, los que deben estar medidos. El diálogo, la necesaria empatía que logre consensos junto a una mayor inclusión son características indispensables en los nuevos liderazgos.  Esta será la forma de ganarle a la mediocridad tal de lograr superar el conflicto entre poder y autoridad integrando el talento para decidir con la capacidad de ejecutar la decisión.

Esta debe ser la hoja de ruta para Chile, desafiando la letra del tango de Gardel, ya que diez años son demasiados para seguir esperando recuperar la senda del desarrollo. (El Líbero)

Iris Boeninger