Desprolijidades muy pensadas-Magdalena Merbilháa

Desprolijidades muy pensadas-Magdalena Merbilháa

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La RAE define desprolijidad como “descuido o falta de esmero” y desprolijo como (persona) que no cuida su aspecto personal o que no pone esmero en lo que hace. El Presidente ocupó ese término para referirse al cómo se habían hecho los indultos. ¿Pero fue eso un descuido o falta de esmero? La verdad es que no.

La vocera de gobierno, Camila Vallejo dijo: “Si el Presidente hubiera tenido todos los antecedentes, la situación habría sido distinta”. Las preguntas que se vienen frente a esto son: ¿Cuáles eran todos los antecedentes? ¿Se refiere al prontuario de “la lista a indultar” o a que la opinión pública lo condenaría por los actos? ¿O a que no conocía la ley? Hay opciones en esa afirmación. Y con respecto al actuar posterior la pregunta es ¿distinta cómo? ¿No los habría indultado? ¿O habría indultado solo a algunos?

Lo cierto es que la frase es mentira. El mismo Presidente dijo antes que la decisión fue “compleja” y que los beneficiados “no son delincuentes”. Entonces, si fue compleja supone que analizó su decisión, pero si dice que no son delincuentes deja en evidencia que no lo analizó. Ergo, miente. Pero las supuestas “desprolijidades” las pagó con su salida la ministra de Justicia, y el Presidente cual Nerón, dio el asunto por zanjado. El nuevo titular de Justicia defendió la acción diciendo que “se ajustaba a derecho y que los trámites administrativos estaban tramitados de conformidad a la ley”. Es decir, se trata de torcer la ley para que la legalidad les permita atentar contra la misma legislación.

Pero el término desprolijidades lo hemos visto desde el comienzo y durante todo el gobierno. La ministra de Relaciones Exteriores con gran desprolijidad o “descuido” dijo estar “feliz” al ir al funeral de la Reina Isabel II, habló de Carlos II en vez de Carlos III (habrá pensado, que más da el número) y ahora sorprendió con la filtración del audio de la reunión de la Cancillería con descuido total en las formas (más huevos y otros, no podía haber).

Esto que fue un escándalo, algo que causa asombro o indignación por ser contrario a la moral o a las convenciones sociales, al Presidente no le pareció así. Apoyó a la ministra Urrejola y cual Nerón otra vez, dio por zanjado el tema. Sus seguidores levantaron la tesis de “espionaje” para desviar la atención del descuido y la falta de esmero. La periodista que por error mandó el audio a la prensa, por supuesto, fue expulsada. Ya casi da para pensar que “por ser mujer”, las mujeres son quienes pagan los platos rotos de las “desprolijidades del Gobierno”. El gran punto aquí es que, como dijo Cristián Warnken, no se están tomando en serio a Chile. Más allá de poner en riesgo las relaciones internacionales del país por fines ideológicos, no es normal, ni conveniente que la ministra, en reuniones en las que es una autoridad del país, hable a garabatos como si estuviera en el estadio o con los amigos.

Las desprolijidades en el vestir, descuidos en su presentación personal, zapatos rotos, camisa afuera, alergia a la etiqueta ya son pan de cada día, lo que además implica una idea de que ellos están sobre la ley y las costumbres. Afirma su sentido de elite y falta de amor al país y a la labor que ejercen. ¿Todas estas desprolijidades son casuales? No, no lo son. Son deliberadas. Efectivamente el amor a la nación no existe. Su proyecto de Constitución, que era su plan de Gobierno, desdibujaba y destruía. Buscan destruir la institucionalidad y cada “desprolijidad” la tapan con otra para que la opinión pública no tenga tiempo ni de pensar.

Parece ser de inexpertos, pero esto es deliberado. Si fuesen desprolijos simplemente, pedirían perdón y enmendarían el camino y eso nunca sucede. Los indultos siguen su curso, por lo que ahora se presentó un recurso de protección para enmendar la situación. La ley se defiende de quienes, desde las desprolijidades buscan permanentemente burlar la ley desde la ley. Han separado la ley del bien y buscan solo la destrucción. La gran pregunta es, qué es lo que buscan; la respuesta es minar todas las instituciones. Es por lo mismo que la ciudadanía debe estar más atenta frente a estas supuestas desprolijidades. Porque son perversas, impresentables y deliberadas. Chile merece más, sin duda. (El Líbero)

Magdalena Merbilháa