Desafíos del Presidente y su gobierno-Natalia González

Desafíos del Presidente y su gobierno-Natalia González

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No son pocos ni menores los desafíos que debe abordar el gobierno del Presidente Boric en lo que resta de su periodo. Abriendo el 2023 y adportas de cumplirse el primer año de mandato, los retos de conducción política, de políticas públicas y de gestión son múltiples y los problemas irresolutos apremian. A un año de gobierno, es evidente que a la ciudadanía ya no le basta un Presidente joven, a ratos empático, cercano y afanado a la lectura. No. La algarabía alrededor de la promesa política que esta nueva generación encarnaba y su augurio de que haría las cosas de otra forma, superior, por cierto, ya pasó. Esa cuenta, sobre la que se giró en exceso, se agotó mientras que los problemas económicos y sociales de los ciudadanos no solo siguen muy presentes, sino que muchos de ellos se han profundizado.

El gobierno necesita gobernar en serio y actuar en consecuencia y al servicio de los chilenos, pues solo así se “habita” el cargo. Pero no será fácil. En primer lugar, por la entidad de los retos a los que se enfrenta el Ejecutivo, muchos de los cuales fueron fabricados -o su magnitud aumentada- por su propio actuar cuando era oposición. Y el asunto es que aun no es claro si ellos están convencidos de que contribuyeron a generar el problema y, menos aún, de que no lo volverían a hacer siendo oposición. Ello constituye en sí mismo un reto a superar y pronto para estar en condiciones de ofrecer soluciones razonables y de mostrar su lealtad para con la democracia y la alternancia en el poder que ella conlleva.

A ello se suma una baja capacidad de articulación política y, sobre todo, una preocupante deficiencia en la gestión. Más que a menudo, aparecen llegando a deshora y reactivamente, sin anticiparse con planes claros, articulados y comprobables.

Tampoco será fácil por la cantidad de eventos electorales que se avecinan y que tientan sostenidamente al gobierno a involucrarse en ellos más allá de lo aconsejable (y también de lo permitido), abandonando las tareas prioritarias que debe conducir por el bienestar de la población. Conectado con lo anterior, no es sencillo abordar los retos cuando tú estás en una verdea y la ciudadanía está en la otra respecto a qué hacer para enfrentarlos. En efecto, mayoritariamente la población ha ido marcando un rumbo de acción que se aleja radicalmente del espíritu refundacional y octubrista que llevó al Presidente al poder. Así, el programa de gobierno y los planteamientos iniciales con los que asumió, han dejado de hacerle sentido a los ciudadanos, quienes estiman que los asuntos que los aquejan deben abordarse de manera diversa a cómo se conduce el rumbo en La Moneda. Ello es evidente en materia de pensiones y de orden público, pero nuevamente no es tan evidente que el gobierno esté advirtiendo o al menos reconociendo este importante giro. Y mientras no lo haga, los esfuerzos que realice para involucrarse en el desempeño electoral de su coalición y la de sus socios, para maximizarlo o impulsarlo, será fútil.

Habrá que ver qué rumbos toman las reformas tributaria y de pensiones este año en el Congreso, porque, a la fecha, el gobierno no parece haber acusado el golpe de cuán devastador puede llegar a ser, políticamente hablando para el oficialismo y, en los hechos, para la población, el perseverar en ellas tal y como están: apegadas al programa de gobierno, que aparece hoy obsoleto por su carácter refundacional, e inspiradas en planteamientos que resultan lejanos y casi opuestos de lo que espera la ciudadanía, que clama por mayor progreso, más y mejores empleos, por ampliar sus espacios de libertad y no por monopolios ineficientes, menos porque se restrinjan sus oportunidades, y que quiere cambios, pero construyendo sobre lo obrado. Hay ahí un desafío de lectura política que puede tener importantes repercusiones para las personas (y el gobierno), según si el Ejecutivo reorienta o no el curso de esas reformas y otras prometidas.

Pero el gobierno no solo tiene un desafío de lectura política, sino de dar señales claras. Debe abandonar los vaivenes, que en buena parte han buscado contentar a un grupo minoritario de la población. Ellos han marcado el primer año de gobierno con contradicciones e indefiniciones que solo han implicado múltiples desaciertos en temas de enorme importancia para la ciudadanía, como en orden público, educación y, estos últimos meses, en salud.

Abandonar la nostalgia y pulsión por el octubrismo y los esfuerzos por mantener vivo el conflicto entre los chilenos para adoptar la altura necesaria que se demanda de un Presidente de la República es, no obstante, el mayor desafío del Presidente Boric. (El Mercurio)

Natalia González