Durante décadas, Chile fue ejemplo de apertura económica e inserción internacional. Ese consenso hoy está en riesgo, no por razones técnicas, sino por el avance de una mirada ideológica que tensiona incluso a la socialdemocracia más moderada.
A nivel internacional, Donald Trump encarna este giro: aranceles globales del 10%, tarifas del 25% a países vecinos y una narrativa de «liberación económica» que en los hechos sólo ha traído caos bursátil, alzas de precios y represalias comerciales. Sus medidas, justificadas en la defensa de los empleos americanos, han generado más distorsión que progreso.
En Chile, el rostro de este proteccionismo es José Miguel Ahumada, exsubsecretario de Relaciones Económicas Internacionales y hoy líder ideológico de la candidatura presidencial de Gonzalo Winter. Ahumada propone “legitimar” la política comercial con consultas estilo asambleas, desprecia el legado de tratados que han permitido que Chile exporte al mundo, y acusa -sin evidencia cuantitativa y más enfocado en retórica “karamanés»- que nuestra apertura impide el desarrollo industrial.
Entre 1990 y 2021, Chile pasó de exportar 8.500 millones al año a 95.000 millones de dólares, gracias a una política comercial activa y moderna. Hoy, quienes critican esos tratados olvidan que sin ellos no tendríamos el ecosistema vitivinícola, frutícola o salmonero que nos posicionó en los mercados globales.
El enfoque anti-libre comercio no solo es un retroceso. También choca con el sentido común, cuando nuestra política exterior históricamente defendió la modernización del Estado con responsabilidad fiscal y apertura global. Pero en la práctica, los gustitos ideológicos del Frente Amplio terminan imponiéndose, incluso cuando han demostrado ser errores. El caso del TPP-11 es emblemático: durante años levantaron fake news, asustaron a la ciudadanía con teorías conspirativas, y cuando se aprobó y sus beneficios comenzaron a notarse, nadie del Frente Amplio ni del PC dio la cara para reconocer su error.
La política comercial de un país no puede estar sujeta a caprichos ideológicos ni a revisionismos trasnochados. Chile necesita reglas claras, seguridad jurídica y vínculos fuertes con el mundo para atraer inversión, generar empleo y competir desde nuestras fortalezas. El proteccionismo es una receta vieja, cara y fracasada. La apertura, en cambio, sigue siendo el mejor camino para crecer con libertad y oportunidades.
Chile ya no compite solo con Argentina o Perú. Competimos con el Sudeste Asiático, con Australia, con economías flexibles que buscan inversiones y reglas estables. Cada vez que la política comercial se transforma en campo de batalla ideológica, perdemos todos. (El Líbero)
Álvaro Bellolio



