¿Deben Amarillos y Demócratas ir a una coalición opositora sin fronteras?

    ¿Deben Amarillos y Demócratas ir a una coalición opositora sin fronteras?

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    Los partidos de oposición en general, pero en particular los movimientos Amarillos por Chile y Demócratas, deben encarar definiciones estratégicas relativas a la construcción de un centro democrático y progresista, cuestión que tiene en su política de alianzas ante los eventos electorales de 2024 y 2025 una cuestión decisiva.

    La coalición de gobierno integrada por el Partido Comunista, el Frente Amplio y el socialismo va derivando irreversiblemente hacia un frente de izquierdas, del tipo Unidad Popular o FRAP, afirmando un electorado que, con el concurso del socialismo, se acerca al 35%.

    El frustrante desempeño político de la generación Boric en el gobierno ha alejado hasta ahora las posibilidades de una proyección de este hacia un nuevo período de la mano de sus propias cartas. El resurgimiento de la Presidenta Michelle Bachelet en el liderazgo de la izquierda le abre, si no una oportunidad de seguir gobernando, al menos la eventualidad de un papel digno en el próximo torneo presidencial, dejando por otro lado impoluto el liderazgo de Gabriel Boric para próximas oportunidades.

    Los movimientos Demócratas y Amarillos, que se reclaman como legítimos herederos del espíritu de la Concertación, representan el germen de una fuerza necesaria para un país sometido a los riesgos de una polarización política extrema, del populismo de izquierda o derecha y de las amenazas tangibles al Estado de Derecho por parte del crimen organizado y un lumpen radicalizado.

    Estos movimientos son parte de una alternativa a la ambigua y contradictoria conducción política que ofrece el frente de izquierdas. Ello supone en primer término construir un programa de gobierno que permita reactivar con fuerza la inversión, el crecimiento y el empleo, que restaure la confianza en el país, que responda a las urgentes necesidades en los campos de la salud y la educación y que posea la fuerza y legitimidad para garantizar la seguridad de la ciudadanía deteniendo el avance del narcotráfico y de la actividad criminal. Un gobierno capaz de quebrar la tendencia de decadencia y paralización a que han llevado reformas equivocadas y malos gestores públicos, drama en que se encuentra el país desde hace ya una década.

    Sin embargo, entre los opositores al gobierno actual no todo es de miel. Hay una fuerte presencia de un mundo autoritario, devoto de la dictadura, conservador en lo valórico y ultraliberal en lo económico y social, que ciertamente representa algo muy diferente al proyecto democrático reformista que Chile necesita.

    Se equivoca Javier Macaya si piensa que será posible unir el agua con el aceite. Construir una alternativa de gobierno supone en primer lugar ganar la confianza de la ciudadanía. Esta se quebró el 17 de diciembre gracias a la porfía de republicanos y la debilidad de Chile Vamos. En política, la mayoría no es un simple juego matemático. Hay sumas que restan credibilidad y votos.

    Ricardo Brodsky
    Secretario General
    Partido Amarillos por Chile