La personalidad contradictoria del Presidente se ha convertido en una constante. Aún así, como no somos psiquiatras todos, sorprenden sus dichos que no calzan con los anteriores o con su propia trayectoria. Esta vez se refirió a la importancia que los Gobiernos den continuidad a las políticas públicas. “No puede ser que cada gobierno pretenda barrer con lo que se hizo antes”, manifestó con algo de indignación, supongo, el miércoles pasado en Coltauco, elogiando la continuidad de las políticas del Estado en materia de salud, porque “así progresa Chile”.
Dicho por cualquier Presidente se trata de una obviedad, pero no en su caso, que asumió con un programa rupturista para ser “la tumba del neoliberalismo”. Se trataba de introducir cambios en todas las áreas para romper con el modelo heredado de la dictadura que, durante 30 años según él, administró culposamente la Concertación.
En la inauguración de un monumento en homenaje al Presidente Aylwin (en noviembre de su primer año de administración) hizo las pases, sin embargo, con la antes criticada frase de “en la medida de los posible”, que hizo posible la transición.
Boric olvidó la prometida refundación de carabineros cuando estos comenzaron a ser asesinados en 2022 y en 2023. La desgracia lo llevó a “reflexionar”, dijo, y ofrecerle su apoyo a la viudas, incluso de rodillas, y a la policía en la calle. No hemos sabido hasta ahora de las conclusiones de esa reflexión, salvo que “cambió el contexto”. Claro, ahora nadie puede salir a la calle sin tomar precauciones, salvo los que disfrutan de escoltas, porque campea el crimen organizado, los secuestros, los asesinatos, las casas de tortura y las mutilaciones.
Hay un quiebre cuando el Presidente plantea una continuidad con la obra de los anteriores Mandatarios y cuando él trató de destituir a su antecesor apoyando dos acusaciones constitucionales en su contra (y una vez en La Moneda, lo invitó a viajar). El problema mayor es la trayectoria de Gabriel Boric frente al uso de la violencia como instrumento político. ¿Reniega haber votado como diputado todos los proyectos de seguridad en contra y condenar el uso de las Fuerzas Armadas cuando el estado de derecho está bajo amenaza? “No sirve de nada, no ayuda en nada al control del orden público, es sólo germen de más violencia”, tuiteó el 1° octubre de 2019, y salió a increpar a los militares a la calle después del estallido social. Pero hoy tiene a los uniformados en las fronteras del norte y en la macrozona sur
¿Se recrimina ahora haber apoyado activamente el borrador de la Convención Constitucional que reescribía la institucionalidad chilena? Si ese texto no era “barrer con lo que se hizo antes”, nada representa un cambio. Pero Boric tampoco ha explicado si ha “reflexionado” sobre esa propuesta constitucional que habría despachado a Chile al abismo y tenía el germen de apoyo a la violencia desde su mismo inicio.
Por el contrario. Ha reivindicado numerosas veces el 18-O que dio origen al proceso constitucional desde la fuerza bruta movilizada en las calles, separándolo de la violencia, como si fuera posible. Y nada dice que no pudiera volver a justificarse el “cómo quieren que no lo quememos todo” de la presidenta de Revolución Democrática (hoy con arresto domiciliario). Eso, porque su argumento recurrente es que la explosión de incendios, saqueos y enfrentamiento con carabineros fue la expresión de un malestar profundo “porque la política no ha sido capaz de solucionar demandas básicas” (11 marzo 2024). Y ha remachado la idea que “las demandas del estallido siguen plenamente vigentes” (agosto 2024).
Él no ha sido capaz de satisfacer esas demandas estando en el poder, pero pareciera que puede eximirse proclamando que “la rebeldía puede ser parte del gobierno” (en quinto aniversario de Convergencia Social, su partido). ¿Y qué pasará con el próximo Presidente cuando la izquierda ha demostrado su expertise para atizar la rabia y el malestar por las demandas insatisfechas y de llevarla a la calle bajo el título de la movilización social?
¿No quería el Presidente hacer un “espacio de memoria” del 18-O en la Plaza Baquedano, donde los violentos expulsaron a un héroe nacional, destruyeron el acceso al Metro y se concentraron con ultras, anarquistas y narcos, que con sus fuegos artificiales animaban las tardes de todos los viernes, incluso al comienzo de su gobierno?
Para que la vocera no nos acuse de arqueología, aunque se trate de hechos recientes, ¿cuál fue la propuesta del candidato continuador de Boric, que él convenció de participar en las primarias de la izquierda? No hubo ningún reseteo del octubrismo, sino que la franja televisiva del diputado y candidato Winter volvió a las mismas banderas de lucha del Frente Amplio y el PC, criticando “la mesa del poder” de los que administraron la transición, la élite contra el pueblo, la “obsesión” de la derecha con la libertad, cuando “es un privilegio” de unos pocos.
Este Presidente que ahora revindica la continuidad no rupturista desde el Estado, cuando promulgó hace poco más de un mes la ley de fraccionamiento pesquero, exaltó el orgullo de haber logrado “la riqueza para quienes la producen”, mismo principio que rigió para imponer un nuevo royalty a la minería en 2023. Ni siquiera lamentó que en el caso de la pesca hubiera un salto de reglas del juego y que la pesca artesanal presionara los cambios con fuerte violencia en Talcahuano y en las afueras del Congreso. Llevando adelante la “tendencia a la literalidad” que tanto critica Jeannette Jara, el principio de “la riqueza para quienes la producen”, ¿no debiera conducir a que los trabajadores se apoderen de una vez y usando todos los métodos posibles, de sus fuentes de trabajo?
Como dijo Óscar Landerretche, cuestionando si la coalición del Mandatario no volverá a quemar y destruir todo una vez que vuelva a ser oposición: “Va a ser interesante observar al Presidente cuando sea ex presidente… cuando uno se comporta de una manera 15 años y luego dos de otra manera, es un avance, pero pago por ver». (El Líbero)
Pilar Molina



