¡Qué envidia Estados Unidos! Tendrá dos genios del mundo empresarial, a Elon Musk y Vivek Ramaswamy, viendo cómo recortar grasa en el Estado en ese país. Experiencia tienen, porque son grandes innovadores tecnológicos, que han sufrido el golpe que genera al emprendimiento una burocracia que busca justificar su expansionismo permanente con regulaciones y costos innecesarios.
Acá, mientras, tanto, tenemos un gobierno al que le va a contrapelo que no sea el Estado el que cree el acceso masivo a internet satelital o los cohetes para ir al espacio, como lo hace Musk con Starlink y SpaceX. Y así se le pasan por el lado, a toda velocidad, oportunidades como la que tuvo para concesionar el litio cuando el precio estaba disparado con la monserga de crear la Empresa Nacional del Litio.
En lo único que ha mostrado creatividad esta administración socialista es en generar empleos en el sector público. Han sido unos linces en meterle más burocracia al aparato que regula, autoriza y fiscaliza el funcionamiento del mercado, convirtiéndolo en una carrera de obstáculos que hay que saltar pacientemente para lograr tener éxito.
En lo que va de esta administración, los ingresos fiscales han caído casi en un 11%, pero el gasto en personal acumula una expansión del 7,3% a agosto (economista Cecilia Cifuentes). Y como este fisco no tiene plata para financiar el aumento de la planilla del gobierno central, que creció nada menos que un 61% la última década, endeuda al país al límite autorizado por el Congreso. Pero como eso tampoco alcanza para la voracidad socialista, el ministro de Hacienda, Mario Marcel, tuvo que echar mano a los ahorros alojados en el Fondos de Estabilización Económico Social, que se suponía eran para emergencias. Estos volvieron al nivel más bajo desde 2021, cuando producto de la crisis que generó la pandemia cayeron a 2.457 millones de dólares. Pero el exPresidente Piñera los repuso con deuda y le entregó el fondo a Gabriel Boric con 7.514 millones.
La única emergencia que tenemos ahora es que los jovencitos del Frente Amplio y los mayorcitos del Socialismo Democrático son unos campeones para gastar y unos porros para generar confianza a los inversionistas, impulsar el empleo privado y formal (sigue inferior a la pre pandemia) y hacer crecer la economía. Tienen amenazada la pesca, los salmones, la salud privada y la previsión, mientras que todo lo que podían arreglar, como la salud y la educación públicas, lo han empeorado sin luces de esperanza. Sin considerar, además, los costos para producir en Chile que representa una delincuencia desatada como nunca antes en la historia, la mano de obra con baja productividad, la falta de infraestructura, los altos impuestos y la reina del país, la permisología, que hace purgar 10 años de permisos a una planta de celulosa, que en Brasil puede iniciar obras en 14 meses.
Uno creería que esta administración gasta tanto porque está innovando, generando una inversión pública sin precedentes. Nada de eso. Desembolsan más para producir menos y de peor calidad, con las listas de espera explotando en salud y los colegios públicos con miles de vacantes despreciadas por los padres que hasta prefieren que sus hijos den exámenes válidos, con todo el costo que ello significa.
Con el crecimiento de la economía hacen malabarismos con las cifras. El Presidente consideró que la expansión de 2 décimas en 2023 fue un “despegue” e impulsó una campaña en redes sociales con el slogan “la economía chilena crece”. Frente a las malas cifras, Marcel acusa en su tono aburrido, “esta fijación de sobre interpretar un dato”, mientras el coro de ministros Vallejo, Jara y Grau, justifica el mal desempeño con que se da “en un contexto en el que hemos estado recuperando y normalizando el país”. ¿Recuperar, normalizar, lo que continúan hundiendo?
Después de denunciar a los “agoreros” junto a Boric, Marcel sólo perdió parte de su fingido optimismo cuando la alta inflación de octubre (1%) se sumó el 0% de expansión del PIB en septiembre. La peor combinación de inflación con estancamiento lo llevó a reconocer que no llegaremos a la meta del 2,6% de crecimiento que prometió para este año. Y le cedió al Congreso reducir en 0,7% el alza del Presupuesto para este otro año, porque el 2,7% propuesto se hacía incompatible con la meta de llevar el déficit fiscal estructural al 1,9% del PIB. Pero lo más probable es que el titular de Hacienda llegará al término de este gobierno siempre sobrevalorando los ingresos para poder despilfarrar más.
Con el desplome del potencial de nuestra capacidad de crecimiento a menos del 2% hasta 2034, según estima el Banco Central, y el alza de la deuda pública que llegará a su máximo este otro año, no parecieran estar los tiempos para seguir jugando con la interpretación de las cifras, como le gusta hacer a las actuales autoridades.
Pero a pesar de las advertencias del Consejo Fiscal Autónomo sobre la necesidad de ajustar el gasto fiscal, el gobierno aún cree que puede seguir ofreciendo condonaciones, aunque parciales, del CAE o bonos de 4,5 millones de pesos a 60 mil profesores a cuenta de una supuesta deuda (¡y del próximo gobierno!). O intentar regalonear a su nicho de apoyo proponiendo que los presupuestos 2025 que más crezcan sean los de Cultura (46%) y Medio Ambiente (16%).
La incapacidad de hacer crecer la torta y de ajustar el gasto es lo que ha llevado al Ministro Marcel a explorar otros caminos insólitos que son también los que ejecutó Bachelet para obtener más ingresos sin crecimiento económico. El blanqueo de capitales se ha convertido en una vía socialista para recaudar más. Lo hizo Bachelet, que permitió blanquear 19 mil millones de dólares que estaban en el exterior pagando por una vez el 8% de impuesto y lo repite esta administración con una tasa del 12%. Pero no es la única vía socialista para aumentar ingresos sin necesidad de expandir la base o que se produzca más riqueza. También como Bachelet, Boric está ofreciendo retirar las platas de las empresas tributadas con el impuesto de primera categoría, con una tasa única del 12% (el ISIF). En otras palabras, mientras quieren subir los impuestos a las personas a tasas más altas que las actuales que se empinan al 45%, si le anticipan a este gobierno las platas aceptan que sólo tributen un 12%.
¡Vaya consecuencia! Y así y todo hay algunos que todavía le tienen fe al Ministro de Hacienda. Debe ser porque piensan que sin él… podría ser aún peor. (El Líbero)
Pilar Molina



