De cabeza a las reformas- Ernesto Silva

De cabeza a las reformas- Ernesto Silva

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Encauzada la ley de presupuestos y aprobado el proyecto Aula Segura, la discusión legislativa vuelve a las grandes reformas, especialmente la reforma tributaria y la reforma previsional. Más adelante será el turno de la reforma laboral, la reforma a la salud, y la modernización del Estado. El debate toma un cariz especial pues en los últimos días se ha manifestado preocupación por el desempeño de la economía, por la velocidad de la creación de empleos, y por la incertidumbre de la evolución de la relación comercial entre Estados Unidos y China.

 

Un poco de contexto. Durante el último gobierno de Michelle Bachelet la economía creció menos de 2% anual en promedio. El escenario internacional fue complejo, pero Chile tuvo el peor desempeño en décadas y creció menos que otros grupos comparables, ya sea en la región o en economías emergentes. La situación se agravó aún más con la aprobación de la reforma tributaria, la reforma laboral, la incertidumbre constitucional, y el aumento significativo del gasto público. La inversión tuvo una fuerte caída, las calificaciones de nuestro crédito sufrieron deterioros, y la productividad se mantuvo en niveles negativos. El desempeño económico en el gobierno de la Presidenta Bachelet fue muy malo y las consecuencias impactaron a la ciudadanía.

Así recibió el país el nuevo gobierno de Sebastián Piñera y Chile Vamos. ¿Cuál ha sido el plan del gobierno? Lo primero, ofrecer un programa que genere certeza, confianza, y que promueva reformas que estimulen el crecimiento y la productividad. Este plan tuvo como foco central generar un ambiente de confianza para estimular la inversión y volver a poner el tema del crecimiento en el centro del debate. Luego de ocho meses de gobierno, pareciera razonable sostener que este objetivo se ha cumplido bien.

Lo segundo ha sido acelerar el ordenamiento de las finanzas públicas, cuestión que si no se hace a tiempo, puede tener consecuencias muy graves. Para ello, el gobierno tomó decisiones relevantes: comprometer una meta de reducción del déficit fiscal, ajustar el gasto durante el año a través de ajustes y reasignaciones, y presentar un presupuesto para el próximo año que sea austero, responsable y bien priorizado. Con esta segunda medida, el gobierno ha generado condiciones para abordar temas de futuro, pero anclados en un situación fiscal sólida y -como dicen algunos- sustentable en el tiempo.

Pero con estas dos medidas -confianza y ordenamiento de de las finanzas públicas- no basta para que el crecimiento se sostenga y proyecte. Existen otros factores que inciden de manera relevante. El primero es el contexto internacional, y es evidente que la posible guerra comercial entre Estados Unidos y China puede tener consecuencias negativas, y se trata de un asunto respecto del cual no tenemos ni tendremos influencia ni control. Simplemente seremos espectadores afectados por la decisiones de otros. Pero sí existen otras áreas en las que debemos actuar. Chile necesita mejorar sus niveles de productividad, y necesita hacer reformas profundas para dar sustentabilidad al crecimiento a lo largo del tiempo.

Las reformas tributaria y previsional se enmarcan en ese contexto. La reforma tributaria es un programa bien inspirado: busca estimular el crecimiento económico pero manteniendo la recaudación fiscal; ofrece certeza jurídica a los contribuyentes pero mantiene un Servicio de Impuestos Internos empoderado y competente; simplifica la tributación para facilitar el emprendimiento, la contabilidad, la recaudación y el control; y aborda elementos tecnológicos y de futuro al incorporar la boleta electrónica y los impuestos a las nuevas plataformas. Es evidente que todo proyecto puede ser perfeccionado en su discusión, pero es claro también que se requiere aprobarlo pronto para que entre en vigencia y empiece a producir efectos.

La reforma previsional es tal vez de los temas más complejos que los gobiernos pueden promover. Todos sabemos que las pensiones son el resultado del esfuerzo individual más la actuación estatal a través de diferentes formas de apoyo. Pero todos sabemos también que aumentar las pensiones de forma sostenible en el tiempo tiene altos costos e incluso medidas impopulares, difíciles de aceptar por parte de la ciudadanía si no existen líderes comprometidos dispuestos a explicar la relevancia de las medidas. Ante este complejo escenario, el gobierno ha presentado un proyecto sólido. Promueve el ahorro individual, aumentando la cotización en cuatro puntos, pero implementado de forma gradual para minimizar el efecto en el empleo. Coloca incentivos a la postergación de la edad de jubilación. Aumenta el financiamiento para el pilar solidario, pero lo hace de forma responsable para asegurar que su financiamiento sea sustentable en el tiempo. Aumenta la competencia en la administración de los recursos adicionales que provienen de la cotización. Se trata de buenas medidas, que requiere una discusión seria y profunda, y un conjunto de líderes dispuestos a negociar y a sacar este tema adelante.

En todo este contexto, una pregunta relevante es cuál será el rol de los líderes de la oposición. En los últimos días han señalado que les preocupa la situación económica y el empleo. Actuar en consecuencia con esta preocupación implica colaborar con la mejora y aprobación de las reformas, y contribuir a que se despachen en un tiempo prudente. Siempre es fácil criticar y oponerse. Lo difícil y verdaderamente relevante es atreverse a liderar para negociar y construir acuerdos, y ser protagonista de las soluciones. Es de esperar que los líderes se pongan de cabeza a trabajar en las reformas y que existan liderazgos que faciliten su perfeccionamiento y  aprobación. (El Líbero)

Ernesto Silva

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