El desempeño de la segunda economía más grande del mundo superó las previsiones del mercado cuando finalmente se publicaron las cifras del Producto Interno Bruto ayer lunes, pero los datos del tercer trimestre no lograron disipar las preocupaciones sobre la dirección de China después de décadas de sostener el crecimiento mundial.
Retrasado casi una semana sin explicación, aunque se sospecha de un choque con el congreso del Partido Comunista de China, el anuncio de un crecimiento del PIB de 3,9% se produjo con poca fanfarria.
Fue mejor que el pronóstico de 3,3% de los analistas encuestados por Bloomberg, pero aún está por debajo del objetivo de China de 5,5%, ya establecido en su nivel más bajo en tres décadas.
Otros datos, también retrasados, pintaron una imagen más matizada de la situación que enfrentan los políticos chinos. Los precios de la vivienda en el mercado secundario cayeron al ritmo mensual más rápido desde 2014, lo que refleja una crisis inmobiliaria.
El crecimiento de las ventas minoristas, de solo 2,5%, no cumplió las previsiones, ya que las estrictas medidas de confinamiento por Covid-19 siguieron frenando el consumo. “El impulso real de la recuperación económica no es fuerte”, dijo Ting Lu, economista jefe de China en Nomura. A pesar del último rendimiento superior, espera un crecimiento de solo 2,8% en el cuarto trimestre. (FT-DF)



