Cuerpos silenciados y cadena de suministro invisible

Cuerpos silenciados y cadena de suministro invisible

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En un régimen autoritario hay verdades que jamás existirán en documentos. Cuando toda la información está en manos del poder, lo que el mundo ve nunca es la realidad completa, sino únicamente lo que el sistema permite ver. Este artículo intenta, a partir de indicios dispersos, dibujar un panorama quizá más oscuro que cualquier ficción científica.

La distancia entre la ciencia ficción y la realidad

En la película “The Island”, los ricos obtienen órganos mediante copias humanas creadas para ser “recolectadas” cuando sea necesario. Aunque parece exagerado, en el mundo real algunos regímenes ni siquiera necesitan clones. Basta con que ciertas personas desaparezcan silenciosamente del sistema de detención para que los órganos aparezcan de inmediato. No se requiere tecnología avanzada ni grandes gastos, solo control absoluto.

Un sistema de trasplantes opaco

Pekín niega todas las acusaciones de obtención forzada de órganos, pero la falta de transparencia de su sistema de trasplantes genera creciente preocupación internacional. El informe Bloody Harvest de David Kilgour y David Matas, así como el China Tribunal dirigido por Geoffrey Nice en Londres, señalan una brecha inmensa entre el volumen de trasplantes realizados en China y las fuentes oficialmente reconocidas. En 2021, varios relatores especiales de la ONU emitieron una declaración conjunta advirtiendo sobre pruebas médicas inusuales aplicadas solo a ciertos detenidos.

La ausencia de pruebas no es inocencia

En un sistema cerrado, el mundo se enfrenta a una paradoja. Si realmente existieran prácticas sistemáticas de obtención coercitiva de órganos, nunca dejarían rastros verificables. Quienes controlan tribunales, archivos y vigilancia pueden convertir la “falta de pruebas” en una estrategia. Los críticos deben demostrarlo todo, mientras que los acusados solo necesitan guardar silencio.

La conversación captada en un acto que celebraba la paz

En este contexto, el episodio del micrófono abierto durante el desfile militar por el 80.º aniversario del fin de la Segunda Guerra Mundial añadió un matiz perturbador. Medios occidentales captaron a Xi Jinping y Vladímir Putin conversando sobre tecnologías para prolongar la vida y la posibilidad de vivir hasta los 150 años. Aun siendo una charla informal, adquirió una interpretación distinta fuera de China. Putin sacrifica miles de vidas en el frente ucraniano, mientras el sistema de detención chino acumula casos de desapariciones imposibles de aclarar. Cuando dos líderes con semejante poder hablan de extender la vida humana, es inevitable preguntarse de dónde provendrían ciertos órganos y qué destino corren quienes ya no regresan.

Reformas idealizadas y cifras sospechosas

China asegura que desde 2015 dejó de utilizar órganos de presos ejecutados y que ha introducido una amplia reforma. Sin embargo, revistas médicas como BMC Medical Ethics señalan que los datos oficiales de donación muestran curvas demasiado “suaves”, como si estuvieran ajustadas artificialmente. Estas investigaciones no acusan directamente delitos, pero sí revelan fisuras importantes en el relato oficial y llevan a reconsiderar el destino de ciertos detenidos que nunca regresan. No serán clones de película, pero en la mirada de algunos parecen cuerpos silenciosos y reemplazables.

Verdades encerradas en una caja negra

Cuando toda la información está sellada dentro de una caja negra estatal, el mundo solo puede reconstruir la verdad a partir de fragmentos. En la ficción, los sustitutos humanos al menos saben para qué fueron creados. En la realidad, quienes desaparecen ni siquiera tienen la oportunidad de definir su propia identidad. Cuanta menos transparencia existe, más profundas son las sombras. Y si la verdad nunca logra salir a la luz, la imaginación colectiva tendrá que llenar los vacíos con escenarios más oscuros que cualquier guion cinematográfico. (NP)

Andrés Liang

Analista en política internacional y relaciones Asia-Latinoamérica