Las recientes declaraciones de José Antonio Kast, afirmando que “el Congreso es menos importante de lo que creen” sugiriendo que podría gobernar sin mayoría parlamentaria “utilizando leyes ya existentes”, encendió todas las alarmas.
- Doy por descontado que, en una campaña, todo lo que dicen los candidatos se examina bajo la lupa para encontrar la interpretación más dañina, negativa, perjudicial y perversa para el adversario. Que siempre habrá un aprovechamiento político y que esta no es la excepción, porque Kast no dijo exactamente lo que dicen que dijo; lo que no quiere decir que lo que dijo sea inocuo.
- Por eso, es totalmente legítimo al analizar sus dichos, tener en cuenta quiénes son sus “socios” a nivel internacional, pues sus planteamientos se hacen eco de una lógica compartida por líderes con los que él mantiene afinidad ideológica y contacto directo, como Trump. Milei, Orbán, Meloni, Marie Le Pen, Bolsonaro y Bukele.
“Órdenes ejecutivas”. Donald Trump, convirtió las “órdenes ejecutivas” en una herramienta para escatimarle atribuciones al Congreso, invocando leyes “vigentes” dictadas hace más de un siglo para deportar indocumentados y gobernar por decreto.
- ¿Está Kast insinuando que podría aplicar una versión chilena de esa estrategia, utilizando los “vacíos” o “resquicios” del ordenamiento jurídico para impulsar cambios o resolver problemas sin contar con una mayoría parlamentaria?
- Chile ya vivió algo parecido durante la Unidad Popular. El concepto de los “resquicios legales” se popularizó entonces para describir cómo el Ejecutivo usaba normas preexistentes —muchas de ellas heredadas de gobiernos anteriores— para expropiar empresas y bancos sin la aprobación expresa del Congreso.
Aliados de Kast en el mundo. Kast no es un “lobo solitario”; su visión encaja perfectamente con la red internacional de la cual forma parte. No es un político aislado, sino un integrante activo de una suerte de “internacional de extrema derecha” que comparte tácticas, discursos y estrategias.
- Ha viajado a Hungría para reunirse con Viktor Orbán, ha coincidido con Giorgia Meloni y ha cultivado una relación política y simbólica con Donald Trump y su entorno. Estos contactos no son solo protocolares: transmiten una narrativa común sobre cómo enfrentar a las élites políticas, cómo desprestigiar a los parlamentos y cómo concentrar el poder en el Ejecutivo.
- La alianza entre los partidos de extrema derecha busca debilitar las bases del sistema democrático liberal desde adentro, utilizando las propias instituciones para erosionar su credibilidad y limitar sus contrapesos, consolidar regímenes que mantengan las formas democráticas mientras vacían de contenido sus principios fundamentales.
Un camino peligroso. La democracia chilena en cambio está construida sobre un sistema de contrapesos donde el Congreso es un actor central. Restarle importancia o buscar formas de neutralizarlo abre un camino que, aunque pueda parecer eficiente en el corto plazo, erosiona la arquitectura republicana y concentra el poder en una sola persona.
- Se debilita la institucionalidad y se normaliza la idea de que un presidente puede gobernar sin consensos, se exacerba la confrontación política, transformando el desacuerdo en un conflicto existencial. Con un Congreso debilitado y un Ejecutivo hiperactivo en decretos y normativas, la democracia parlamentaria se convierte en un adorno, no en un pilar.
- En definitiva, las palabras de Kast no son un “exabrupto” sino una pista del tipo de presidencialismo que podría intentar, inspirado en Trump, Milei y otros líderes de la derecha radical que ha cultivado como aliados.
Democracia iliberal. En este contexto, la participación de Kast en esta “entente” internacional de derechas es un dato relevante para entender e interpretar el alcance de sus planteamientos. Eventos, como la “Conferencia de Acción Política Conservadora” que promueve un nacionalismo excluyente, xenófobo, mezcla de religiosidad y política; o en el festival Europa Viva de Vox en Madrid, evidencian la intención creciente de ser parte de y coordinarse con un bloque global.
- Kast es signatario de la Carta de Madrid contra el comunismo en Iberoamérica, impulsada por Vox, junto a Milei y Eduardo Bolsonaro, y propuso constituir una “Coordinación Internacional Anti-Izquierda Radical.
- Su intervención estuvo cargada de agresividad ideológica; calificó al presidente de Chile de ser un ‘travesti político’, acusando que la izquierda “nos quiere convencer de que querer tener hijos es un problema”, agregando que cada nacimiento es “una victoria en contra de la decadencia”. Un discurso que fusiona roles tradicionales, religión y antifeminismo.
- Además, Kast participa activamente en organizaciones como la Red Política de Valores, que promueve políticas anti-aborto, antifeministas y anti-LGBTQ+, que organizó una cumbre en el Senado español donde fue uno de los exponentes principales
- El proyecto político de esta derecha conservadora es la democracia iliberal, un sistema que mantiene las formas externas de la democracia —elecciones, partidos políticos, parlamento-pero sin liberalismo político- que erosiona o suprime las libertades y garantías propias del Estado de derecho.
Institucionalidad sólida. Sin embargo, hay que tener muy presente que Chile aprendió la amarga lección y que hoy tenemos una institucionalidad sólida y bien pensada, capaz de contener cualquier desplante autoritario, que por desgracia no existía en la década de los 70.
- Con un Tribunal Constitucional robusto, un Recurso de Protección mediante el cual cualquier ciudadano puede pedir amparo de sus derechos constitucionales accediendo directamente a la Corte de Apelaciones, sin abogado y por email, una Contraloría General de la Republica que debe visar los actos administrativos del ejecutivo.
- Todo ello sin perjuicio de la facultad de la minoría de los diputados de fiscalizar los actos del gobierno e iniciar la acusación constitucional en contra del presidente de la República y sus ministros. (Ex Ante)
Jorge Schaulsohn



