La candidata presidencial oficialista Jeannette Jara (PC) debió salir a poner orden en su comando luego de un fuerte cruce público entre dos de sus integrantes estratégicos: la comunista Bárbara Figueroa, quien cuestionó en duros términos al senador Ricardo Lagos Weber (PPD), principal vocero de la campaña.
La controversia se originó tras las críticas del presidente del Partido Comunista, Lautaro Carmona, al ministro de Hacienda saliente, Mario Marcel, lo que generó molestia en el Socialismo Democrático. Desde el entorno de Lagos Weber acusaron que Carmona estaba “aportillando” la campaña. Eso motivó la reacción de Figueroa, quien en entrevista con Radio Cooperativa emplazó directamente al vocero, señalando que “no le compete responder a presidentes de partidos, su función es hablar por la candidata”.
La disputa tensionó al comité político instalado en Londres 76, donde dirigentes oficialistas lamentaron que dos miembros del mismo equipo se enfrentaran públicamente. “Una cosa es que un dirigente de afuera critique la campaña, pero otra distinta es que dos del comando se peleen en público”, graficó un integrante del equipo.
Durante su gira en Punta Arenas, Jara se vio obligada a desviar el foco de la presentación de su plan de empleabilidad para calmar la polémica. La abanderada pidió concentrarse en los desafíos de campaña y advirtió: “No soy la mamá de ninguno de los dirigentes, quiero ser Presidenta de Chile”. Añadió que cada actor político es responsable de sus dichos y llamó a “poner las energías en enfrentar al adversario real que está al frente”.
El episodio dejó expuesta una fractura en el diseño de campaña, pues la instrucción inicial había sido responder solo a la controversia generada por Carmona. Sin embargo, la pugna interna obligó a Jara a intervenir directamente.
El lunes, el comité estratégico —liderado por el sociólogo Darío Quiroga— analizó en privado las tensiones, luego de una reunión de casi dos horas en Londres 76. En el encuentro, la timonel del Frente Amplio, Constanza Martínez, advirtió que las críticas y el fuego amigo contra el comando solo debilitan la cruzada presidencial.
En el oficialismo, dan por hecho que las recriminaciones internas serán un flanco recurrente. Hasta ahora, la estrategia ha sido desdramatizar y buscar acercamientos, pero el choque directo entre Figueroa y Lagos Weber representó un punto de quiebre que dejó al equipo en una posición incómoda y obligó a recalibrar la conducción de la campaña. (NP-La Tercera Perplexity)
