“El crimen organizado es capaz de corromper a cualquiera y cuando
hablamos de cualquiera …es cualquiera”.
La aseveración pertenece a Pía Greene, una académica y experta que tiene especialidad en el tema. Es investigadora del Centro de Estudios en Seguridad y Crimen Organizado (CESCRO) USS. Junto con señalar el potencial de estas organizaciones para corromper a altos niveles, advierte que, gracias a Dios, no es el caso de Chile, pero en cualquier minuto vamos a pasar más allá.
La afirmación es preocupante. Algunos podrán decir que aterradora, pero es la verdad, es a lo que nos estamos enfrentando cada día en Chile, el país que fue ejemplo en muchos sentidos en la región. De pronto y sin aviso previo, el rimen organizado se enquistó y comenzamos a conocer de delitos que hasta hace un tiempo eran impensados en estas tierras. Entonces es cuestión de revisar la prensa diaria para enterarnos de asesinatos, algunos a sangre fría y victimas asesinadas con ráfagas de balazos. En un homicidio registrado el sábado pasado, la policía detectó más de 50 vainillas de alto calibre.
En una columna escrita hace algunos días, retraté el crimen organizado como una empresa, una sociedad anónima que opera en diferentes “rubros” como la venta de documentos falsos, tráfico de personas y de drogas, secuestros, “protección de comercios”, sabotajes, sobornos y sicariato, los asesinatos por encargo, uno de cuyos perpetradores está prófugo y liberado por un error que aún es investigado y que tiene a una jueza suspendida de su funciones.
El caso del sicario que tuvo y tiene, al parecer varios nombres, abrió una serie de interrogantes y las autoridades tuvieron que salir a dar información y explicaciones ante tan bochornoso episodio. La interrogante se traduce en una profunda desconfianza en las
instituciones, de este caso en la administración de justicia.
El caso del sicario puede leerse como una comedia de equivocaciones y una de ella es que la policía, durante un tiempo, estuvo buscando a un delincuente por un nombre que no era el real. El verdadero, se dijo, es Alberto Carlos Mejía y de pronto surgió otra pregunta ¿Es Alberto Carlos o Carlos Alberto?
Mientras el tipo sigue fugado, hay reuniones, se comparte información, se organizan “mesas de trabajo” pero vamos lento, a paso cansino, porque nuestro Estado es muy burocrático, demora mucho, mientras que la académica Pía Greene sostiene que el crimen
organizado es rápido, muy dinámico.
Así las cosas, mientras se sostienen reuniones y se discuten las medidas a seguir, el crimen organizado sigue actuando, asesinando, impulsando el comercio callejero ilegal, traficando con personas y drogas, observa que ya es un hecho que la aplicación de la extorsión, un delito hasta hace poco desconocido en Chile, rinde frutos porque demuestran que las amenazas van en serio y un pequeño dueño de minimarket que no aceptó pagar la “protección” de los criminales, un día o una noche cualquiera su negocio se incendia.
Pía Greene advierte: «La extorsión es probablemente uno de los delitos que va a marcar la ruta del próximo tiempo». La ciudadanía requiere, exige la acción inmediata y quiere seguridad ahora…¡ya. No hay tiempo que perder.
El hallazgo e incautación de grandes cantidades de drogas, la detención de delincuentes
involucrados en diversos delitos unidos al crimen organizado son importantes, pero no es suficiente. Lo claro y preciso es que hay que ir a lo medular y cortar la cabeza de la serpiente. (Red NP)
Marcos Borcoski



