Corrupción urbi et orbi

Corrupción urbi et orbi

Compartir

La corrupción es un símbolo general de degradación. Tiene diversas formas de manifestación, y en esencia es trampear los sistemas al prójimo. Hasta hace unos años teníamos la impresión de que éramos un país especial, relativamente honrado, bien portado, republicano. Los acontecimientos nacionales que seguimos observando parecen seguir la dirección de una creciente corrupción.

La delincuencia, para partir, es una enorme fuente de corrupción y atemoriza cada vez más a la población. La seguridad es una función esencial del Estado, y específicamente del Gobierno, quien dirige a las policías. No enfrentar decididamente esa corrupción (la delincuencia) es una forma de colusión pasiva del Gobierno. También es a mi juicio una forma de corrupción social intentar saltarse las colas, escupir en las calles o botar basura afuera de los autos, los robos hormiga en las tiendas, y en las empresas, en fin. Para qué hablar del burócrata que abusa del “poder del timbre”.

La caída del presidente del fútbol deja nuevamente en evidencia que en ese sector, donde se mueven muchos recursos y poder, abundan diversas formas de corrupción. Un secreto a voces en la sociedad, que casi todos sabían, pero todos toleraban; otra forma indirecta de colusión.

En la política las formas de corrupción abundan. Hoy vemos los temas judiciales del financiamiento en que aquellos que legislan, se saltan las leyes que ellos mismos hicieron. Pero también están las asignaciones, las asesorías, y tantas otras formas de corrupción que hemos conocido. Usar una glosa para hacer una política estructural en educación es claramente un resquicio y, por ende, una forma de corrupción del sentido republicano. El nepotismo que observamos en las contrataciones estatales es otro ejemplo. También lo es el mal uso de los gastos reservados del Gobierno, los dobles viáticos de los parlamentarios, etc. A ello se suman los episodios de los sobresueldos, el MOP-GATE, el uso de inversiones para fines políticos, como EFE, en fin. Para mí la peor forma de corrupción en la política es que raramente dicen lo que piensan. En mi opinión, también las huelgas ilegales del sector público son otra forma de corrupción. Literalmente en esas huelgas se ha corrompido el estado de derecho, que los gobiernos no hacen respetar, entonces comparten un claro aroma de corrupción.

Sin duda alguna, el uso del aparato estatal por parte del Gobierno para perseguir a sus adversarios políticos es una forma de corrupción muy delicada. Lamentablemente, así ha quedado en evidencia en los últimos meses, por declaraciones del ex director jurídico del Servicio de Impuestos Internos.

En las empresas también hemos visto diversos casos de corrupción como las colusiones diversas que han estremecido al país. Otro caso elocuente fue La Polar. Igual ocurre cuando las grandes empresas retrasan abusivamente sus pagos a proveedores, estamos frente a otra forma de abuso que denota una forma de corrupción. Pero también la hay en el trabajador que saca la vuelta, que falsea licencias médicas para no trabajar, etc.

El terrorismo es en sí mismo, para mí, otra forma de corrupción, difícil de separar derechamente con la delincuencia, pero más violento. En La Araucanía, los bombazos y otros casos hay clara degradación societal y, por ende, corrupción.

También hemos sido testigos de la corrupción moral de algunos sacerdotes, que es un ámbito dónde se esperaba precisamente un estándar más estricto. Otro ámbito claro de corrupción lo hemos observado en el tráfico de influencias, como ha sido el caso Caval, al que se agrega, al parecer, un trato preferencial de la justicia.

Quizás una de las formas de corrupción es el “yo no sabía nada, me enteré por la prensa”. Nadie sabía nada en el futbol, la Presidenta se enteró por la prensa de Caval, como Dávalos de los negocios de su señora. Los directores de las empresas no sabían nada, los jefes de la iglesia tampoco, el ministro de Hacienda no sabía del bono del Banco Estado, las autoridades de Chile no sabían nada del lavado que se hacía en la universidad con el MOP-GATE, así como el rector de la Usach tampoco sabía nada del escándalo con contrato con el Registro Civil. Bachelet no sabía del tsunami, ni de lo malo que era el Transantiago. En Codelco nadie sabía de los futuros de Dávalos, y en el tema de los derechos humanos pasaba igual.

Entonces, parece que la corrupción es algo que pertenece más bien a la naturaleza humana que a la política, la empresa, la iglesia, el deporte, o un área especial. 

Parte del enorme proceso de la civilización, basado en la conciencia de ser conscientes, el aprender a controlar el instinto con la consciencia. Pensar que la corrupción está siempre en el “otro lado” y nunca en el nuestro, es el error que no podemos cometer. El que esté libre de pecados que lance la primera piedra.

Dejar una respuesta