La instalación de los candidatos en los partidores de la carrera presidencial trajo como uno de sus primeros temas la selección de los encargados o coordinadores de sus programas económicos. Tal vez refleja que uno de los aspectos que puede influir bastante en cuál será elegido, es quién da más garantías de asegurar el crecimiento económico que ahora la ciudadanía pide con urgencia. Una de las candidatas necesita hacer un up grade sustantivo de programa y encargado para ponerse a la altura. Y parecía que había encontrado la persona ideal, pero ésta se negó. ¿Por qué? No sabemos. La otra, hace tiempo que anunció 40 asesores económicos “top”, pero ninguno es propiamente el jefe. Mala señal de indefiniciones a esta altura, que se suma a otras. Y el tercer candidato serio al cargo, que puntea hoy la carrera, sorprendió al país nombrando como su jefe económico a Jorge Quiroz, un economista tan destacado como poco conocido por la opinión pública en general.
¿Importa mucho quién está a cargo del programa económico de los candidatos? ¿O al final importa más el programa de gobierno y las ideas del candidato? Depende de varios factores, pero en los tiempos que hoy corren estimo que la selección de esa persona es clave. Explico por qué.
El primer motivo es que, en momentos de alta incertidumbre y miedos múltiples, contribuye a dar tranquilidad a los ciudadanos, y especialmente a grupos claves, resulta fundamental. Las evidencias históricas en Chile sobre este aspecto son elocuentes. El más significativo fue el nombramiento de Alejandro Foxley por parte de Aylwin más de un año antes de la elección. Eso fue clave para dar tranquilidad a los empresarios en una coyuntura de elevada desconfianza por parte de ellos. También importa por la tranquilidad a los mercados internacionales.
El segundo motivo, es que normalmente el encargado económico suele ser nombrado ministro de Hacienda, y este es un cargo de mucha autoridad y relevancia en el sistema de gobierno chileno. Por esto también esa persona es clave. Lo ideal es que el futuro ministro haya sido relevante en la elaboración del programa, y que no venga de afuera enfrentándose con compromisos que no comparte. Este fue probablemente el caso del actual ministro Mario Marcel. Éste llegó más tarde a dar confianza de seriedad, incluso desde un partido que tenía una candidata que había competido contra Boric. Por suerte hemos tenido a Marcel, pero mucho mejor habría sido si hubiera podido influir desde antes de asumir, y no verse obligado a comulgar con tantas ruedas de carreta como destinar esfuerzos a salirse de acuerdos internacionales, terminar con el CAE, etc. Para un ejemplo en sentido inverso, recordemos los desastres del ministro Arenas en el segundo gobierno de Bachelet. El empoderamiento temprano de un ministro de Hacienda contribuye asimismo a que el gabinete entero juegue como un solo equipo.
Un tercer motivo, es que el punto de partida actual, la base desde la cual necesitamos retomar el crecimiento, es mucho más débil de lo que enfrentaron anteriores ministros económicos. Llevamos ya más de diez años casi estancados, con crecimiento per cápita insignificante. Además, con un endeudamiento externo casi duplicado y enormes compromisos fiscales desfinanciados por un crecimiento irresponsable del gasto público muy ineficientemente administrado. Entonces no bastará con el demagógico recurso de “la reforma tributaria para que los ricos paguen más”. Habrá que recortar fuertemente programas públicos obsoletos que son un lastre para el crecimiento y la igualdad. También elevar estándares de desempeño del personal en el sector público. Por todo esto, para volver a crecer se necesitará no sólo un programa económico robusto, inteligente y rápido, sino un equipo de personas muy comprometidas con llevar a cabo las difíciles tareas necesarias.
Por último, el nuevo ciclo de crecimiento que necesitamos reiniciar no podrá ser igual al de los buenos años de la Concertación. No sólo porque el mundo ha cambiado mucho. Deberá ser un crecimiento no sólo con más equidad e inclusión. Debería traer también un crecimiento que lleve a mejor calidad de vida; incluso emocional y espiritual. Con menos stress, sentimientos negativos de injusticia, abuso o malestar. Y con más responsabilidad individual por nuestras vidas, y menos ilusiones o mentiras de que el Estado va a resolver todos los problemas, especialmente los sociales. Para todo lo anterior no bastarán los programas de gobierno tradicionales de candidatos o líderes tradicionales.
En este marco, la elección de Quiroz por parte Kast es no sólo sorpresiva, sino audaz y desafiante para los demás candidatos. Creo que puede elevar la vara a éstos. Quiroz es más cercano al mundo de la Concertación que muchos de los economistas de Matthei. Lo considero un economista con una experiencia más amplia que la mayoría. No sólo competente en temas macro, sino conocedor del mundo de las empresas y las instituciones públicas, gracias a sus diversos trabajos de asesoría. Y por sobre todo lo encuentro innovador, audaz para buscar soluciones, independiente y pragmático. Además, es un buen comunicador.
En su primera entrevista en El Mercurio subraya aspectos que me parecen muy fundamentales, como llegar con los cambios necesarios de implementar listos para el día que se asuma el gobierno (p.ej. el cierre de programas públicos obsoletos y mal evaluados, para reducir gasto fiscal), actuar sin complejos, minimizar el condicionamiento de los cambios a la aprobación de nuevos proyectos de ley en el Congreso, tener identificados los tapones en los “flujos de procesos” administrativos del Estado, reemplazar personas de bajo desempeño, etc. Quiroz destaca que ya está trabajando en esto y dedicará media jornada desde ahora a su nueva labor. Es decir, exactamente lo contrario que hizo Boric y sus jóvenes e inexpertos acompañantes y correligionarios al inicio de su gobierno.
Finalmente, agregaría de mi parte algo que debieran hacer todos los candidatos: nombrar provisoriamente ahora a los ministros que lo acompañarán en el gobierno en carteras claves. Debieran ir organizando el trabajo a realizar desde ya. Esto le permitirá al futuro presidente/a evaluar en los entrenamientos el desempeño de los jugadores que pondrá en la cancha como titulares en marzo. Incluso medir exactamente qué resultados podría alcanzar a los seis, doce y 18 primeros meses, sin nuevas leyes. Hay que anticiparse y estar consciente que a los ministros les gusta actuar vía sus proyectos de ley propios. Corren a reemplazar los anteriores. Con eso atraen los focos de la TV y la prensa, ganan la fama que buscan, inflan su ego y viven su ilusión de sentirse pasando a la historia. Con eso lo principal que hacen es dar un poder excesivo e inmerecido a los parlamentarios. Y con el actual sistema de elecciones tenemos un parlamento inoperante que impide sacar buenas leyes en los plazos requeridos. No más de eso; y no hay tiempo que perder. (El Líbero)
Ernesto Tironi



