¿Continuidad de qué? – Sergio Muñoz

¿Continuidad de qué? – Sergio Muñoz

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Las acusaciones cruzadas entre los partidos de la Nueva Mayoría y La Moneda por la responsabilidad en la derrota municipal dejan al desnudo una crisis que se venía incubando desde fines de 2014, cuando el proyecto del giro a la izquierda encarnado por la Presidenta Bachelet empezó a chocar con la realidad y a provocar desaprobación y descontento. Sólo faltaba la voz de las urnas, y acabamos de escucharla. El dato duro es que el rumbo y la conducción del país están cuestionados por la mayoría de los chilenos.

Los partidos oficialistas no pueden lavarse las manos respecto de la derrota. Tienen responsabilidad directa en todo lo ocurrido. Aceptaron un diagnóstico distorsionado sobre la sociedad; respaldaron un programa desorbitado; despreciaron el crecimiento económico; alentaron expectativas ilusorias; avalaron reformas mal hechas; e imaginaron que el Estado sacaría plata de alguna parte para financiar cualquier cosa. Al final, los remedios resultaron peores que las enfermedades. El país ha retrocedido en muchos terrenos, incluido el institucional (ahí está el ejemplo de la distracción constituyente). Por todo ello, la credibilidad de la centroizquierda como fuerza capaz de gobernar con buen criterio está muy dañada.

La Nueva Mayoría nunca ha tenido verdadera cohesión. Ha sido una agrupación de conveniencias, en la que el pandero lo han llevado los administradores del progresismo de retroexcavadora. Los partidos asociados ni siquiera tienen una posición común sobre la defensa de los derechos humanos en América Latina. Se las arreglaron para disimular sus discrepancias mientras Bachelet fue popular, pero eso se acabó.

Es evidente que a Máximo Pacheco no se le pasaba por la mente el duro revés que iba a sufrir el oficialismo el mismo día de su entrevista en El Mercurio como jefe de la campaña de Lagos. Dijo que había que “profundizar y perfeccionar las transformaciones que hemos iniciado bajo el actual gobierno, y que tienen un tremendo espacio para mejoramiento”, y que aceptó la invitación de Lagos “por la importancia de que las transformaciones de este gobierno tengan continuidad”.

Han habido demasiados malentendidos en estos años como para agregar otros. Es razonable decir que la política de Energía debe mantenerse, o la disciplina fiscal, o quizás la pauta de trabajo de ciertos ministerios, pero hablar de continuidad global se entiende como “un gobierno parecido a este”. Por el bien del país, es deseable que la Presidenta Bachelet termine su gestión lo mejor posible, pero el próximo gobierno tendrá la obligación de rectificar todo lo que sea necesario.

Los resultados de la elección municipal han reforzado la posibilidad de que Piñera gane la elección presidencial. Con todo, la centroizquierda tiene todavía una oportunidad de competir con alguna chance, a condición de que defina un camino que le inspire confianza a la mayoría del país. Más que salvar a una coalición en quiebra, su responsabilidad es ofrecer una alternativa de gobierno coherente, realista, que garantice la estabilidad y haga progresar a Chile. (La Tercera)

Sergio Muñoz

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