Como abogado, profesor universitario y exjuez de la Corte Suprema, me pregunto qué dirán los constitucionalistas alemanes, franceses, italianos y españoles —hace poco nos visitó un miembro del TC alemán— con respecto a los abogados chilenos que —salvo excepciones calificadas y conocidas por sus opiniones razonables y basadas en el estudio y labor académica de muchas décadas o experiencia profesional demostrada— se autocalifican de expertos en Teoría Política y Derecho Constitucional y están contribuyendo, sin acreditar ni los conocimientos ni la experiencia necesarios, a lo que algún colega ha denominado el carnaval jurídico de la Convención. Velozmente y excluyendo sesgadamente las opiniones contrarias, se aprueban normas que en otra sede constitucional, como las europeas, que erróneamente se quieren tener como modelo, sin que puedan serlo, habrían dado lugar a un debate serio, por personas ilustradas, con exclusión de la ignorancia, la improvisación, la intolerancia, el fanatismo.
No basta con citar al pasar unas líneas sueltas de Ferrajoli, autor, por lo demás, de la monumental obra cuyo título es precisamente “Derecho y Razón”. Conviene leer el prólogo de Norberto Bobbio, referido a la capacidad del jurista: “Luigi Ferrajoli se había preparado desde hace tiempo para esta obra con estudios de filosofía, epistemología, ética, lógica, teoría y ciencia del derecho, de historia de las doctrinas y de las instituciones jurídicas, enriquecidos por la experiencia intensa y seriamente vivida del ejercicio de su pasada actividad de magistrado” (p. 13, edición española). ¡Ejercicio intenso como magistrado, cuán necesario para abordar los temas de la magistratura!
Nunca está de más recordar entre los “Mandamientos del Abogado”, del jurista uruguayo Couture, conocidos por estudiantes y abogados, pero olvidados o despreciados al parecer por muchos, los números 6o. y 8o.
6o. “Tolera”: “Tolera la verdad ajena en la misma medida en que quieres que sea tolerada la tuya”.
8o. “Ten fe”: “Ten fe en el derecho como el mejor instrumento para la convivencia humana; en la justicia, como destino normal del derecho; en la paz, como sustitutivo bondadoso de la justicia; y sobre todo, ten fe en la libertad, sin la cual no hay derecho, ni justicia, ni paz”. (El Mercurio Cartas)
Carlos Künsemüller
