“Conocimiento humano”-Álvaro Fischer

“Conocimiento humano”-Álvaro Fischer

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A los planteamientos sobre la eventual simetría epistemológica de los distintos tipos de conocimiento —la que Eugenio Tironi dio en una columna, y quien suscribe, en una carta—, Juan Larraín incorpora una visión adicional: su complementariedad.

Es cierto. Una mirada política o jurídica, orientada a la normativa de las conductas sociales, es necesaria para conducir nuestras sociedades y complementa la mera explicación de cómo ellas ocurren; una aproximación poética a aspectos de la realidad, que apele a las emociones que ella evoca más que a su descripción causal, complementa a esta última; una mirada religiosa sobre el sentido y eventual trascendencia de la vida, otorga a quien la sostiene un complemento enriquecedor a una explicación puramente material de ella.

Pero esa complementariedad no modifica la asimetría epistemológica que exhibe la ciencia respecto de los otros tipos de conocimiento. En efecto, sus proposiciones explicativas de la realidad aspiran a ser construidas con consistencia lógica, coherencia causal y adecuación empírica, haciéndose cargo de los fenómenos observados de manera “bayesiana”. Para eso utiliza un método que aplica con rigurosidad sistemática —autocorrectivo y no dogmático—, basado en el ensayo y error. De ahí que el carácter “especial” de la ciencia, al que se refiere Larraín, no es uno cualquiera, sino que proviene del valor epistemológico que tiene lo recién descrito.

Y, contrariamente a lo que parece sostener Larraín, los fenómenos sociales y del comportamiento humano, incluida su cultura, sí pertenecen al ámbito científico, pues constituyen aspectos de la realidad. Por ello, la manera que mejor permite describirlos es la aproximación científica, por más compleja que esa tarea resulte en la práctica.

De modo que la propuesta de Larraín, de un diálogo entre quienes sostienen distintos conocimientos o saberes —religiosos, artísticos, poéticos, normativos o de pueblos originarios—, puede ser una buena y necesaria forma de convivencia humana, pero mezclarlos todos entre sí para que de ese caldo surja una mejor comprensión y explicación causal de la realidad no es una buena idea. (El Mercurio Cartas)

Álvaro Fischer