¡Con los niños, no!-Magdalena Merbilháa

¡Con los niños, no!-Magdalena Merbilháa

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En estos días nos sorprendimos por un cuestionario que los alumnos de 5to. básico del Colegio Adolfo Beyzaga Ovando de Arica debían contestar por petición del Seremi de Salud.  La jornada se habría realizado “dentro de un enfoque educativo y los planes y programas del Ministerio de Educación y Ministerio de Salud”, en trabajo conjunto con el Centro Comunitario Regional de Información, Prevención y Apoyo a la Consejería en VIH/SIDA e ITS (Cripac), dependiente del Minsal. La acción fue más allá de informar a niños, que por edad aún no debiesen ser informados de estas materias, sino que además buscó fomentar ciertas acciones claramente no recomendable para la edad de los menores, lo que hace de esta iniciativa un atentado contra los derechos de los niños desde el Estado. Nada correspondía a la edad de los niños, y definitivamente todo, era una exageración, algo que escapaba a toda mesura. Un real abuso a la infancia, una vulneración, un atentado contra el derecho preferente de los padres a educar. Una real violación a los derechos humanos y al cuidado de los infantes.

No se trataba de información de educación sexual y fomento del preservativo, sino que era abiertamente una promoción de ciertas acciones que van más allá de lo prudente y que escapa a lo aconsejable en toda sociedad. La abierta intención forzada de torcer la realidad hablando de la existencia de niños trans como si fuese una realidad, ha llevado a torcer lo real por parte de mentes intencionadas y pervertidas para dejar de lado algo que hasta hace poco, era considerado sagrado, la infancia. Frente a las denuncias de parte de padres y al escándalo en la opinión pública ante un flagrante abuso contra los más  vulnerables, el Ministerio de Salud  informó que la actividad no seguía con los protocolos y que era una actividad indebida.

Pervertido es definido en la RAE como la referencia a una persona de costumbres o inclinaciones sexuales que se consideran socialmente negativas o inmorales. Siempre en la historia quien quisiera pervertir a los jóvenes y a los niños, fue visto como una espuria y con justa razón. La juventud es la joya para asegurar un futuro y quien quisiese torcerlos hacia el mal, debiese por lógica, ser castigado. Ya Platón en la Apología de Sócrates nos habla de la acusación contra su maestro de pervertir a la juventud como una acusación injusta que merecía la pena de defender la memoria del que es considerado la base de la filosofía occidental. El maestro buscaba contrastar a los Sofistas que enseñaban falsas verdades y buscaba enseñar sobre la Verdad, el Bien y la Belleza. Hoy pareciera ser que ya no sólo se rechaza la verdad, apostando a tantas verdades como individuos. Se rechaza el bien, ya que sin verdad la objetividad desaparece y queda sujeta a cada voluntad individual, sino que además se rechaza la belleza, ya que recuerda a la real existencia de la verdad y el bien. 

Lo cierto es que más allá de este evento específico desde hace mucho se intenta colectivizar desde la educación sexual. La famosa ESI no es más que “animalizar” , deshumanizar, despojar de todo grado de afectividad la sexualidad con intereses ideológicos. Esto que es visto como un evento desafortunado es una política ideológica desde las izquierdas para manipular y “cosificar” a las personas. No hay educación sexual posible alejada de la afectividad propia del ser humano. Se busca deliberadamente atacar a los niños desde la temprana edad parar torcer sus conciencias y desde ahí poder manipularlos. Esta  depravada acción es deliberada y es una muestra de la decadencia social que hoy vivimos.

Ya no hay nada sagrado, ni Dios, ni ley y frente a eso se cargan, con lo por lógica más vulnerables, moldeables, dejando de lado lo sacro de la infancia. No dejemos que esto quede como un evento, no lo es… es una política deliberada pervertida, un retroceso civilizatorio contra el que cualquier persona pensante y de buenas intenciones debiera oponerse. ¡Con los niños, no! Si los perdemos, todo es decadencia. (El Líbero)

Magdalena Merbilháa