Un espacio Schengen de facto, eso dijo el Fiscal Nacional a raíz de la fuga del sicario del empresario de Meiggs. La verdad es que es bastante acertado el comentario de Valencia, América Latina se ha transformado en un espacio sin control por donde circulan como Pedro por su casa un sinfín de criminales. Entran por el norte, cumplen el cometido y vuelven a salir. Algo que no es nuevo y que vienen alertando las autoridades de seguridad hace tiempo.
Los flujos migratorios cambiaron y la criminalidad organizada se ha encargado de explotarlos a su favor. Han lucrado con el tráfico y trata de personas, han usado a los desplazados como mulas y se han escondido entre los grupos de personas. Pero, lo cierto es que, la migración no es la responsable de lo que pasa por nuestras fronteras. El problema que existe hoy tiene que ver con una pérdida de soberanía y una falta de control fronterizo.
Año 2016, las personas iban y venían por la frontera. Los sectores productivos sufrían por grupos que robaban en sus operaciones, el contrabando era pan de cada día y las organizaciones de narcotráfico ingresaban la droga al país para sacarla por nuestros puertos. Casi 10 años después el problema es el mismo, la magnitud es lo que cambió.
Pero, no es la magnitud ni el cambio en la criminalidad. Eso era algo que iba a suceder, el problema es que en Chile nos hemos demorado décadas en conversar de crimen organizado, de corrupción y de la preparación que el Estado debe tener para enfrentarlo.
Desde los `90 que el narcotráfico se acerca peligrosamente al país. Más de 30 años han sido suficientes para que los grupos criminales perfeccionen sus técnicas y el Estado retrocediera en el territorio. Déficit de soberanía podría ser el concepto que define al momento que vive Chile hoy.
Las capacidades del Estado no llegan por igual a todo el país. Falta de respuesta policial, de salud, educacional o de conectividad contribuyen a la ausencia del Estado, ausencia que es aprovechada por estos grupos y que no es exclusivamente nacional.
En América Latina la debilidad o derechamente la inexistencia del Estado han permitido que se construyan enclaves criminales que permiten que el desarrollo de ese espacio Schengen de facto al que se refería el Fiscal Nacional.
Chile sigue siendo una de las tres democracias más estables de la región, pero eso no asegura nada. Es más, las tres, hoy, se encuentran afectadas por el avance de la criminalidad, ya sea por su infraestructura portuaria, por las oportunidades para el lavado de activos o por la debilidad institucional que avanza.
¿Qué hacer? Primero controlar el territorio, llevar las soluciones a todos los chilenos y saber, de verdad, quien entra y quien sale. La tecnología para eso es fundamental. Registros biométricos y un registro obligado a cada persona que entra, conectado con las bases de datos internacionales es un punto de partida que podría contribuir a desincentivar el ingreso descontrolado y a cerrar ese espacio Schengen de facto al que se habría integrado nuestro país. (El Líbero)
Pilar Lizana



