Chile en el exterior

Chile en el exterior

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¿Cómo se logra el éxito de la política exterior de un país? Coincidamos en que una diplomacia es exitosa cuando le permite a un país potenciar su desarrollo y hacer valer sus intereses nacionales. Por cierto, ello redunda y requiere disponer de buenos aliados y una adecuada participación en la comunidad internacional.

A diferencia de otras políticas, la política exterior es una de carácter estatal que requiere que se tomen en consideración los intereses permanentes del Estado, y no necesariamente los de la administración de turno. Y sus objetivos son de largo plazo, necesita una aplicación constante a lo largo de varias administraciones.

Dicho lo anterior, cabe preguntarse, ¿cómo está Chile en el exterior? ¿Cuánto nos quieren afuera? ¿Nuestra economía actúa con dificultad en el exterior? ¿Cuántos nos visitan y cuánto visitamos a otros? ¿Es Chile hoy más débil, menos desarrollado?

En tiempos de democracia, Chile ha logrado insertarse con éxito en la nueva etapa de la globalización. El PIB se ha multiplicado varias veces en las tres últimas décadas. La estatura estratégica de Chile es mayor que la que teníamos cuando cayó el muro de Berlín. La semana pasada, el canciller paraguayo visitó Antofagasta para aprovechar una zona franca; y nuestro canciller estuvo en Montevideo para suscribir un acuerdo de libre comercio de última generación con Uruguay. ¿Casualidad? ¿Es algo que iba a suceder de todos modos? No, aquí ha habido voluntad concreta de integración y aprecio por el liderazgo de nuestro país.

En estos mismos 30 años desaparecieron países (la URSS y Yugoslavia), otros estados se han descompuesto y está comprometido gravemente su presente y su futuro. Otros se aíslan (Corea del Norte). Por cierto, se acabó la Guerra Fría, y con ella se fueron muchos regímenes de partido único y también las dictaduras basadas en la versión contrainsurgente de la Seguridad Nacional.

Nuestra democracia ha sido exitosa en su diseño de reinserción internacional, lo que nos propusimos a inicios de los 90. Pero sigue teniendo desafíos.

En su momento se representó que nos habíamos concentrado demasiado en acuerdos comerciales en desmedro de otros ámbitos; también se debatió sobre el desbalance de nuestras excelentes relaciones con el Asia Pacífico o Europa, frente a momentos de baja intensidad en nuestro propio continente. Capítulo importante ha sido el debate de si nuestra diplomacia peca de demasiado juridicismo, como si las relaciones internacionales no estuviesen sujetas a reglas, o de confundir Estado con Mercado. Son debates legítimos.

La reinserción de Chile la alcanzamos hace tiempo; se inicia una fase donde la diplomacia chilena asume los desafíos del siglo XXI, como por ejemplo, el liderazgo en la protección oceánica plasmado en la conferencia “Nuestro Océano” y el establecimiento de áreas marinas protegidas.

Estamos lejos de aquellos tiempos en que campeó el aislacionismo ideológico y la negación geográfica, los tiempos en que se afirmaba que Chile era una buena casa en un mal barrio.

Gabriel Gaspar

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