Caso Frei Montalva- Pedro Becker

Caso Frei Montalva- Pedro Becker

Compartir

Genaro Arriagada escribe una columna en «El Mercurio» de ayer en que hace una selección de declaraciones contenidas en el extenso fallo del juez Madrid en la causa por la muerte de Frei. Por alguna razón, escogió pasajes que suenan escabrosos para público no médico, como relatos de vías venosas fuera de lugar, con la consecuente pérdida de gran cantidad de sangre del paciente y otras situaciones relatadas por testigos que parecen sugerir errores y fallas en la atención médica. Esto último es uno de los talones de Aquiles de la medicina en el mundo, y se han hecho esfuerzos en las últimas dos décadas por mejorar los procesos y disminuir el error médico que puede causar daño al paciente e incrementa los costos de atención. Por lo tanto, los relatos seleccionados por Arriagada podrían haberlos vivido muchos otros pacientes en esos años (y aún hoy).

Por otro lado, escogió la declaración de que el Dr. Silva pasaba a altas horas de la madrugada a realizar lavados peritoneales en el paciente, con ayuda de personas que traía desde otro hospital. La evidente intencionalidad del relato es algo macabro y con fuerte hedor a delito. La mirada que yo tengo es que el Dr. Silva, trabajando horas extras por su paciente, pasaba o muy tarde en la noche o muy temprano en la mañana, considerando que también debía atender pacientes en otro hospital, para realizar estos aseos peritoneales (vale decir, en un paciente con el abdomen abierto); por ende, lejos de ser un acto incorrecto y sospechoso (como se quiere inducir a pensar), se trata de un profesional cumpliendo su trabajo con abnegación en un paciente francamente enfermo.

Si los médicos inculpados y condenados, con amplia facilidad de acceso al paciente, hubieran querido matarlo, disponían de varias alternativas rápidas, incruentas y sin margen de error, sin tener que necesariamente incendiar la Clínica Santa María (como correctamente ejemplificó Eugenio Tironi) y sin tener que concurrir «varias veces, a altas horas de la madrugada»: por ejemplo, una sola inyección de cloruro de potasio por una vía venosa es suficiente y tarda segundos en causar la muerte.

Todo el resto de pasajes del fallo que han sido seleccionados por Arriagada ayuda a comprender por qué el juez está tan perdido: ha tratado de ver conspiración, maldad y dolo en cada uno de los cientos de episodios a los que se vio enfrentado el paciente durante su larga agonía. Pero el Derecho y la justicia son cosas muy serias, y como me lo han enseñado amigos abogados, más vale dejar ir a 100 culpables que culpar a un inocente: ese principio elemental no parece ser el que está prevaleciendo. (El Mercurio)

Pedro Becker

Dejar una respuesta