Sin embargo es discutible que haya sido la DC la que originó el rompimiento de la coalición que nos gobierna. El comité central del Partido Socialista, al elegir a Guillier como su candidato para la primaria en una votación secreta desechando a Ricardo Lagos, firmó la sentencia de muerte de la Nueva Mayoría al obligar a la DC a optar por el camino propio.
La DC había dado señales que Ricardo Lagos era un candidato que ellos apoyarían y que en cambio Guillier no contaba con sus simpatías. Cuando el PS lo nomina como su candidato para las primarias, lo convierte en el seguro ganador de esa contienda, dejando a Carolina Goic como segura perdedora de una eventual primaria. ¿Qué sentido podría tener para la Democracia Cristiana ir a perder una primaria? Esa derrota indudablemente la debilitaría en una negociación parlamentaria.
Algunos han querido ver esta decisión de la DC como el inicio de una nueva etapa en que la Democracia Cristiana decide perfilar una identidad propia, dejando atrás un período muy prolongado de verdadera sumisión a la izquierda en el cual perdió una gran cantidad de votos. Las ideas de centro de la DC no han estado representadas en la política chilena hace ya muchos años.
Esta nueva postura de la propia Carolina Goic sería funcional a su candidatura, ya que visibilizaría a la DC como una fuerza independiente del gobierno de Bachelet, que tiene tan bajo apoyo, y le permitiría a su abanderada repuntar en las encuestas, lo que es fundamental para que sus candidatos a parlamentarios tengan un buen cometido en las elecciones de noviembre.
Es esta una tesis atractiva, que daría nuevos aires a la política chilena. El sistema electoral favorece una actuación más independiente de los partidos, y una DC con identidad propia podría incluso actuar como bisagra en un eventual gobierno futuro de la centroderecha.
Pero requiere una audacia y convicciones que no veo hoy en la DC ni en su abanderada. Si la nueva estrategia de identidad propia se lleva a cabo tibiamente, a medias tintas, las consecuencias para la DC podrían ser graves y la decisión de su junta nacional habrá sido un salto al vacío.
Carolina Goic podría no pasar agosto.
Agosto es el mes en que se inscriben las candidaturas presidenciales y, si ella sigue marcando en las encuestas tan poco como hasta ahora, podría bajarse para negociar una lista parlamentaria más favorable a la DC.
Carolina Goic ha sido una parlamentaria y dirigenta de la DC obsecuente con la Nueva Mayoría. Ha suscrito cada una de las políticas del programa de Michelle Bachelet. Ha votado favorablemente todos los proyectos de ley presentados por el Gobierno. No ha tenido una mirada crítica, como Mariana Aylwin e Ignacio Walker, a reformas como la educacional, que han herido la tradición de provisión mixta pública y privada que está en el ADN de la Democracia Cristiana. Ha respaldado el proyecto de aborto por tres causales. Ha sido agresiva con el empresariado; en fin, ha representado muy bien el papel de una demócrata cristiana abducida por la izquierda que caracteriza el devenir de su partido en los últimos años.
La nueva estrategia de la DC requeriría, entonces, un giro radical en las posturas de su candidata. En los últimos días, algo de ello se ha notado y, por primera vez, ha deslizado algunas críticas al Gobierno.
Pero se requiere mucho más.
Carolina Goic debiera mostrar otra cara de la DC. Aliarse con los personeros de su partido, como Mariana Aylwin, Soledad Alvear, Gutenberg Martínez, Jorge Burgos, e Ignacio Walker, que vienen planteando hace rato la tesis de la identidad propia e incluso apoyarlos internamente para que sean candidatos al Parlamento. Esa sería una nueva cara de la DC.
De lo contrario, su decisión de no participar en las primarias habrá sido un salto al vacío y capaz que no pase agosto.