Capitán que se salva en bote sirve para otro barco

Capitán que se salva en bote sirve para otro barco

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Si hay algo que caracteriza la actuación de las diferentes candidaturas presidenciales de la oposición es el completo convencimiento de que se encuentran ante un adversario derrotado.

Sea esto cierto o no, lo efectivo es que la competencia más álgida se ha trasladado a la misma derecha. La conquista del voto duro del sector marca un cambio en la beligerancia verbal empleada por la candidata de Chile Vamos y está por verse si este giro sin matices la terminará beneficiando o resultará contraproducente.

Las decisiones al respecto ya están tomadas y resulta un tanto extraño de observar. Tenemos a Kast, que no tiene que probar que es duro, empleando un lenguaje más templado, reconociéndole méritos a Frei Ruiz-Tagle y hablando con su característica calma. La radicalidad la pone en las propuestas, no en la actitud.

Matthei inició la semana con un fuerte ataque a la vocera de gobierno acusándola de intervencionismo abierto. Declara que se hará respetar y de allí el tono. Esto sintoniza con su carácter y puede presentarse como muestra de autoridad, en contrapunto con La Moneda.

Apuestas hechas, resultado incierto. Los desplantes no son sinónimo de don de mando, se puede ser enérgico en lo primero y fallar en lo segundo. En esta campaña, se ha observado a los diversos candidatos tomar posición, pero a quien se ha visto dudando en momentos clave ha sido a Matthei.

Los otros pueden gustar o no, se puede estar de acuerdo con ellos o pueden producir rechazo, pero no causan confusión. Esto deja liberado el destino de la campaña a su desenlace y al desempeño en los debates. Comportamiento, trayectoria y propuestas tienen que sintonizar con la imagen que se proyecta.

Veremos quién logra empatizar más con los electores. Estamos en un momento en que parece factible que ambos postulantes de derecha ocupen las primeras posiciones en una situación inédita en nuestra historia.

Que algo así ocurra depende de lo que se haga desde el oficialismo y este no ha estado inactivo. Gabriel Boric se ha desempeñado con acierto en la cuenta a la nación, mirado en la perspectiva de la campaña presidencial. El único detalle es que es un mensaje que sirve como precuela de la campaña para el periodo 2030-2034, pero no para la que tenemos ahora.

Este es un gobierno que, en palabras del propio Presidente, “hubo que ajustar el rumbo” durante el ejercicio del poder. Varió de objetivos, de prioridades así como de orientación, lo que no es otra cosa que cambiar de programa.

No están en lo mismo los que se ven identificados con una propuesta original de izquierda, los que aceptaron concesiones para dar sustento a la administración y los promotores de un gradualismo reformista. Los objetivos fueron cambiando, pero los sostenedores de cada etapa de esta corta administración no tienen por qué haber variado con igual naturalidad y soltura de cuerpo.

En la actual y última etapa de esta administración, decir que se deben presentar las iniciativas originales porque “están en el programa” no tiene el mismo sentido para todos, porque el libreto de partida fue el que se alteró.

El periodo más realizador del gobierno es el más reciente, que es donde se tramitó y aprobó la reforma previsional al tiempo que se completó el grueso de la agenda de seguridad. Sin estos éxitos, no se tendrían las dos candidatas presidenciales.

Lo que ha mantenido unidas a las distintas facciones del oficialismo, y aquello que le ha entregado sus principales logros, ha sido la búsqueda de acuerdos amplios y posibles. Sin una continuación, al menos parcial, de esta forma de gobernar y un retorno a la polarización original, dejaría a las abanderadas sin oxígeno.

El regreso a la agenda más identitaria del principio es renunciar a la búsqueda de acuerdos mínimos todavía posible. Si se hace este sacrificio, puede que esto sea del agrado de algunos, pero sería únicamente de la conveniencia de la fracción que, desde su origen, respaldó para el cargo al actual Presidente.

Los sectores moderados difícilmente podrán pensar que sea una buena noticia el quedar en medio de una derecha polarizada como no se había visto hace mucho, y con un gobierno dedicado a presentar iniciativas que serán sumamente polémicas en el grupo de indecisos que desbalancean la elección.

Un gobierno minoritario que acapara protagonismo en la presentación de iniciativas controvertidas rumbo al fracaso trabaja objetivamente en contra de quienes tendrán que representarlo en la competencia presidencial. Es algo que, de todas formas, se expresará para mal en la participación en las primarias.

Dudo, luego soy de centroizquierda

Constatamos que la derecha está en un estado de ánimo triunfalista y de allí que se permita gestos arrogantes que sienten que nadie le cobrará. No sabemos cómo está reaccionando la centroizquierda. Si el ánimo es el inverso, se va a retrotraer, disminuyendo su participación (que es lo que la oposición espera) o puede verse levantada en brazos de sus adherentes. No lo sabemos.

La duda existe, porque la prensa que no es adicta al oficialismo (casi toda) tiene bajo embargo la información de las primarias. De manera que no sabemos cuántos llegarán a votar y por quién.

La oposición dice que el gobierno está involucrado en una abierta intervención electoral. Lo hace más por compromiso que por convicción, mucho menos está motivada por un temor a lo que la administración puede influir.

Lo cierto es que, si nos dejamos guiar por la cuenta pública, La Moneda más parece estar comprometida en potenciar la figura presidencial que en procurar la entrega de la posta a los abanderados oficialistas.

La oposición no ha podido encontrar una cierta complicidad en la entrega de una posta programática con los candidatos oficialistas a la presidencia, sencillamente porque no hay una sola señal que pueda ser interpreta en ese sentido.

Boric nos habló de una transformación política personal, pero no de un cambio similar de su sector político. Su base política sigue siendo igual de heterogénea, no está más unida que al principio y defiende cosas distintas. El único que cultiva una imagen de izquierda y mantiene la conducta propia de un moderado es Boric y es una posición que no parece compartir con nadie.

No hay entrega de la posta a ningún otro, sean uno o varios. Por esto, el resultado de las primarias permitirá el paso a una alianza de nuevo cuño o facilitará el regreso a las identidades originarias a la espera del retorno del líder. (El Líbero)

Víctor Maldonado