“Yo no estoy con Karol Cariola”, señala tajante el diputado independiente-PPD, René Alinco, al ser consultado si votará por la diputada comunista para presidir la Cámara, cuando tenga que renovarse la mesa directiva de la corporación entre el 21 y 22 de octubre.
El descuelgue de Alinco es la primera expresión pública de los ruidos entre diputados, que podrían poner en jaque el acuerdo de gobernabilidad de la Cámara Baja alcanzado en marzo pasado.
Ese pacto, suscrito por todas las bancadas oficialistas (PS, PPD, radicales, liberales, PC, FREVS y Frente Amplio), más la DC, el Partido Ecologista (PEV), el Partido de la Gente (PDG) e independientes como Pamela Jiles, establecía una rotación de autoridades en la presidencia y en las vicepresidencias de la corporación. Además, ese acuerdo, que marginó solo a las fuerzas de derecha (UDI, RN, Evópoli y el Partido Republicano) definía la distribución de cupos y presidencias en las comisiones legislativas, instancias cruciales para la tramitación de proyectos de ley.
Así, de acuerdo al itinerario acordado, el PPD Raúl Soto asumió la titularidad de la Cámara el 11 de marzo hasta el 21 de octubre, fecha en que debe renunciar para que al día siguiente (el 22) Cariola sea presidenta, cargo que ostentaría hasta el de 30 de junio de 2023.
Sería la quinta mujer en ejercer el cargo. Sin embargo, el principal hito histórico es que sería la primera comunista en asumir la titularidad de esta rama del Congreso.
Sin embargo, la próxima elección de Cariola, que debiera ser un mero trámite –ya que el acuerdo compromete al menos el voto de 85 de los 155 diputados-, venía generando ruidos subterráneos en algunas bancadas, como el PPD, la DC, el PDG y en el comité independiente-ecologista, según admiten integrantes de esos grupos políticos.
La principal razón es que el triunfo del Rechazo, en el plebiscito del 4 de septiembre, provocó un nuevo escenario político, tal como se preveía hace meses. Ello se cruza, además, con el rol que asumió Cariola como coordinadora de la derrotada campaña del Apruebo.
El riesgo de perder la presidencia de la Cámara podría transformarse en un nuevo revés para el oficialismo y el gobierno, que aún no se reponen de la derrota en el plebiscito. Dado el escenario, ya se encendieron las alarmas en las bancadas gubernamentales y el Ministerio Secretaría General de la Presidencia. Incluso, la subsecretaria de esta cartera, Macarena Lobos, comenzó a sondear opiniones entre diputados. Algunos legisladores también comentan que se están analizando posibles variantes para evitar un descalabro a manos de la derecha, que podría tomar el control no solo de la mesa de la Cámara, sino también de comisiones estratégicas como Constitución y Hacienda.
Según esas evaluaciones preliminares, la votos para la elección de Cariola no están asegurados. De hecho, el acuerdo comprometía, en teoría, a 87 diputados (nueve más de los necesarios para la mayoría). Sin embargo, para la elección de Soto, el pasado 11 de marzo, ya se registró una merma. Hubo un voto en blanco y un legislador no votó. Finalmente solo 85 votos eligieron a Soto en la testera.
Por otro lado, las bancadas de derecha suman 66 diputados, pero ascienden a 68 si se consideran los casos de Enrique Lee (PRI) y Gloria Naveillán (ex-republicana), que hoy integran el comité del PDG. Con esa base necesitan dar vuelta 10 votos del otro bando para quedarse con el control de la Cámara.
La situación de la bancada PPD-Independiente, que se ha caracterizado por la autonomía de sus miembros y sus roces con el Ejecutivo, es uno de los focos de riesgo, ya que el descuelgue de Alinco no sería el único.
Uno de los argumentos que dan los independientes es que el acuerdo de gobernabilidad fue negociado por los partidos antes de que comenzara esta legislatura y, por lo tanto, no se sienten comprometidos a respetarlo.
“No voy a aprobar el acuerdo seudo administrativo que se hizo meses atrás, porque este fue un acuerdo de las cúpulas políticas de los partidos. Yo no voy a votar por Karol Cariola, porque no fui consultado de este acuerdo. Y, segundo, porque sería muy negativo para los trabajadores y trabajadoras que están esperando un nuevo retiro”, dice Alinco, aludiendo a que detrás del acuerdo también hay diputados que se oponen a legislar sobre un nuevo giro de ahorros previsionales.
Incluso, entre algunos diputados corre con fuerza la posibilidad de levantar a Carlos Bianchi, también independiente asociado a la bancada PPD, para ser la carta alternativa de un nuevo consenso que compita con Cariola.
Bianchi señala que no está buscando ningún cargo, pero cree que el acuerdo debe considerar el nuevo contexto.
“La Cámara tiene que dar gobernabilidad al nuevo proceso constituyente que vamos a enfrentar y tiene que poner a disposición todas sus capacidades humanas, profesionales y de infraestructura. Eso va de la mano con una presidenta o presidente que dé certezas de gobernabilidad y de búsqueda de consensos para ser un puente y no obstáculo al proceso”, dice el diputado y exsenador magallánico, quien agrega que “entiendo que hay un acuerdo, del que no he sido parte, pero un acuerdo nunca es más que el momento”.
Y sin mencionar explícitamente a Cariola, Bianchi añade que “no es una cosa personal contra alguien o contra lo que políticamente puede representar. Siento que es la misma persona (que asumirá la presidencia de la Cámara) la que tiene que mirarse y preguntarse si es el momento y va a dar la gobernabilidad y va a tener la neutralidad para llevar el proceso”.
En tanto, el nuevo jefe de bancada del PPD-Independiente, el diputado Cristián Tapia, al ser consultado por las dudas y objeciones que existen en su comité con el nombre de Cariola, expresa que “debemos seguir conversando y ya hemos estado en algunas conversaciones. Soy del principio de que los acuerdos hay que respetarlos, pero también los escenarios han cambiado. No podemos descartar la posibilidad de poder retomar conversaciones y tener un buen acuerdo”. (La Tercera)