Aumento a la subvención de Sename

Aumento a la subvención de Sename

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El  anuncio del aumento en la subvención en el sistema de protección de Sename parece una buena noticia pues alcanza una cifra histórica  de  casi ¼  de la subvención promedio, sin embargo, es claramente insuficiente. El monto apenas permite cerrar en parte la brecha que existe y en base a los estándares de hoy, con todas sus profundas limitaciones y carencias, sin adecuarse a los requerimientos de los estándares internacionales en que el costo por atención de cada niño es del orden de los 2 millones de pesos mensual.

En sí mismo, el monto de la subvención no garantiza el éxito de la intervención, basta con analizar el gasto por niño en los CREAD (Centros de Administración Directa de Sename) que al mes alcanza una cifra cercana a 1,8 millones, es decir muy próximos al estándar ideal, sin verificarse una mejora sustancial en relación a la gestión de las OCAS (Organismos Colaboradores Privados), que operan con un 15% de ella y deben cubrir sus déficits con el apoyo de la ciudadanía o de aportes privados.

La  verdadera clave para entender si el Presupuesto 2018 realmente está apuntando a mejorar la realidad de los niños más vulnerados y que requieren de protección urgente, la dará la vinculación que tengan los presupuestos del intersector. En otras palabras, sólo en la medida que Salud garantice prestaciones interministeriales vía glosa presupuestaria a la totalidad de los niños en Sename, ampliando las coberturas en salud física y mental, o activando el funcionamiento de las salas polivalentes, por ejemplo, puede medirse el compromiso de esa cartera, lo mismo para Educación y Desarrollo Social con sus distintos programas de apoyo a los niños y sus familias en el sistema de protección.

Precisamente una, sino la principal razón de esta crisis, ha sido el abandono al Sename, que depende de la capacidad de articulación con los otros ministerios y que como sabemos, han fallado rotundamente. La prueba del compromiso con la infancia vulnerada la darán las partidas presupuestarias interministeriales comprometidas y exigibles para el sistema de protección, sobre ellas cabe observar detenidamente si apuntan a resolver las brechas que hoy existen.

Es altamente necesario que avancemos sobre la necesidad de financiar en base al cumplimiento de estándares de calidad, hay buenas propuestas en la materia como la que ha ido trabajando el Hogar de Cristo. Es conveniente que el sistema de financiamiento considere una mirada de largo plazo, que permita asegurar la cobertura de cada niño en el sistema por todo el tiempo de su permanencia, pero aún más importante que se garantice la intervención con la familia para promover espacios de reunificación familiar.

¿Recursos?, es cierto, no son pocos si se mira la brecha actual. El Estado enfrenta una expansión del gasto público de 3,9%  y parece poco realista apuntar a lo que es el ideal en el sistema de protección, debiendo conformarnos con aumentos marginales. Pero no nos equivoquemos, debemos  cambiar la lógica y ver los espacios de eficiencia al interior del Estado como una fuente sostenible del financiamiento del gasto social. No necesitamos de un Estado expansivo ni deficitario sino de un mejor Estado, con prioridades adecuadas para invertir en programas que resuelvan las necesidades urgentes de nuestra infancia.

Cada año, una pequeña muestra de la Dirección de Presupuestos evidencia que más del 70%  de la inversión pública se hace en programas calificados con desempeño insuficiente, significando del orden de los 600 millones de dólares al año en la muestra, una cifra que excede con creces a lo requerido para dar solución adecuada a la crisis del Sistema de Protección. Es hora de responder con esfuerzos coherentes a la importancia que debemos darle como sociedad a nuestros hijos. (La Tercera)

Marcelo Sánchez

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