Algunos diputados oficiaron a la ministra de las Culturas protestando por la exhibición, y un pequeño grupo de personas realizó una protesta que amenazó deslizarse a la acción directa.
Esas reacciones deben ser ampliamente rechazadas porque muestran una mala comprensión o un franco rechazo de aquello en que consiste la libertad de expresión que es, por supuesto, un derecho fundamental indisolublemente ligado a la expresión artística. Y como todo el mundo sabe (excepto, al parecer, quienes han pretendido acallar esa muestra), la libertad de expresión no existe para homenajear o consolidar las convicciones de la mayoría, o inmunizarlas contra la crítica, sino justamente para que esta última sea posible.
En tiempos en que abundan los pretextos para amagar las humanidades, es muy importante recordar que gracias a ellas, a la expresión artística y literaria, y las diversas interpretaciones que logran desatar, la esfera pública, que es indispensable para la vida democrática, existe.
Carlos Peña



