Ahora, la educación-Iris Boeninger

Ahora, la educación-Iris Boeninger

Compartir

En el Te Deum del 18 de septiembre de 2025, el cardenal Fernando Chomali advirtió que buena parte de los males de Chile proviene del empobrecimiento de la educación. Los chilenos tenemos una formación demasiado orientada a producir y competir. Pero muy poco dedicada a cultivar la ética, la filosofía, y el sentido humano. Ante los estudiantes del Instituto Nacional él reiteró su triple consejo -“estudien, estudien, estudien”- convencido de que sólo así se puede vencer la violencia, la corrupción, y la cultura de la cancelación.

En ese marco, convocó a los ocho candidatos a la presidencia por su nombre -Franco, Jeannette, Marco, Johannes, José Antonio, Eduardo, Evelyn y Harold- a redoblar esfuerzos para fortalecer la enseñanza, en especial la educación pública. Y a convertir la formación de las futuras generaciones en la base de un proyecto nacional común, fraterno y humanizador.

No cabe duda: la educación es el desafío más importante que enfrenta Chile. Es el motor más eficaz de la movilidad social. Y la fuerza que teje cohesión, productividad, e igualdad de oportunidades. Hoy, a muchos jóvenes les falta aquello que más vivifica a un ser humano: el anhelo de conocimiento. Cuando parece que nada queda por descubrir, sentimos un auténtico vacío.

Aristóteles observó que el legislador debe, más que ninguna otra cosa, desterrar totalmente de su ciudad la indecencia del lenguaje -pues del decir con ligereza cualquier cosa indecente, se pasa a actuar de manera semejante-, y, especialmente, desterrarlo de los jóvenes.

Es mandatorio e importante revisar las leyes educativas vigentes. Las pantallas, la velocidad de la tecnología, la inteligencia artificial, el entretenimiento como medio de aprendizaje genera adicción al aprendizaje digital. Todo “online”. Capacitar a los docentes. Exigir.

Para enfrentar los problemas actuales de educación es imprescindible un gran acuerdo político. Porque ellos requieren de un abordaje integral que coordine eficazmente los recursos, y acerque las posiciones extremas: oposición automática versus la defensa intransigente de un “Estado docente”. Sólo así se abrirá paso a soluciones realistas y coherentes.

La convocatoria del cardenal Chomali a un gran diálogo nacional llega en un momento clave.

Las candidaturas presidenciales ofrecen miradas que van desde un “Estado educador y gratuito” hasta un “Estado mínimo basado en vouchers”. Analizar sus propuestas es responder al llamado del cardenal: construir consensos que pongan en el centro la formación de ciudadanos y la igualdad de oportunidades. En un tema tan decisivo para el futuro del país como lo es el aprendizaje. Se necesita un liderazgo abierto y no ideológico, con amplia capacidad de diálogo y consenso en todos los aspectos de las leyes educativas. Y en su financiamiento.

¿Puede la educación quedar al arbitrio de una ideología?, ¿o del Estado?, ¿o del sector privado? La combinación debe ser óptima. Y la supervisión de los estamentos educativos, de los currículos, de la asistencia a clases, y de la finalización obligatoria de los estudios tiene que ser parte de esa responsabilidad compartida. El alumno debe sentir el deseo de aprender, y ser incentivado a ello. Y esto convoca a la sociedad entera: padres y familias de los niños y jóvenes que se juegan, ni más ni menos, el futuro del país. No hay lugar para bombas molotov, overoles blancos ni delirios identitarios. La educación hace un país: en ella se juega la posibilidad de un Chile que construya su desarrollo en libertad, responsabilidad y cohesión social.

Chile enfrenta un deterioro sostenido en su sistema educativo: estancamiento de los aprendizajes, violencia escolar en aumento, y una brecha creciente entre la formación que reciben los jóvenes y las oportunidades que ofrece el mercado laboral. La educación, más que un servicio, es la herramienta más poderosa de movilidad y de cohesión social para el país. Su recuperación exige una mirada de largo plazo. Es especialmente urgente fortalecer la educación técnico-profesional y su articulación con el sector privado: que la formación responda a la demanda real de empleos y evite la frustración de quienes estudian carreras sin proyección laboral. Sólo así la educación podrá volver a ser el motor del desarrollo económico y social que Chile necesita. Y la base de un futuro de oportunidades para las nuevas generaciones.

Responder al llamado del cardenal Chomali significa asumir que la educación es la piedra angular de un nuevo pacto social: sin una escuela que forme ciudadanos libres y responsables, ningún proyecto de país tendrá cimientos firmes.

Diálogo, consenso, y acuerdos transversales son imprescindibles. La reforma de la educación no es el proyecto de un gobierno. No es un plan de cuatro años. Es el proyecto de un país. Y es para todos los chilenos. Se juega Chile su futuro en esto.

“Educar no es llenar un recipiente, sino encender un fuego”, Sócrates. (El Líbero)

Iris Boeninger