El 7 de octubre se cumple un año del más bestial y horrendo pogromo antisemita perpetrado después del Holocausto. Una masacre ejecutada por el grupo terrorista Hamas, que asesinó con toda clase de prácticas crueles y sanguinarias, a más de 1.200 civiles, entre ellos cinco chilenos. El ataque incluyó el masivo secuestro de ciudadanos israelíes desde sus hogares en el sur de Israel y el uso deliberado de violencia sexual (documental “Screams before silence”).
En paralelo a ese sábado negro, el 8 de octubre otra organización terrorista patrocinada por Irán, Hezbolá, se sumó a la agresión, disparando desde entonces ante la indiferencia del mundo, cerca de 10 mil cohetes y misiles contra la población civil del norte de Israel. Como se ha dicho en redes sociales, todos los ojos han estado en Gaza ignorando el asedio terrorista en otros frentes.
Al igual que la teocracia iraní, Hamas y Hezbolá tienen el declarado propósito de aniquilar el Estado de Israel. En simple, perpetrar un nuevo holocausto judío. De allí que las horrorosas acciones de Hamas y Hezbolá operaron también como gatillante de atávicos prejuicios. El antisemitismo de una parte importante de la izquierda radical ha llevado no sólo a manifestaciones de apoyo al terrorismo en campus universitarios y en las calles de muchos países -paradojalmente quienes se dicen progresistas se alinean con el más oscuro fundamentalismo islámico, que vulnera los derechos de mujeres y diversidades sexuales-, sino que también a la desbordante expresión de gobiernos como el chileno.
En este sentido el Presidente Boric no ha perdido ocasión para reiterar su total alineamiento con el eje yihadista patrocinado por Irán. Es así como en su habitual malabarismo lingüístico equipara las acciones de defensa de un estado democrático con los actos de terroristas. En todo este tiempo no ha tenido escrúpulos para usar la política exterior de Chile para socavar la defensa de Israel. Ello se ha expresado en foros multilaterales, pero también en su uso personal de redes sociales. El corolario ha sido el comunicado de Cancillería tras la eliminación del architerrorista Hassan Nasrallah en Beirut. Mientras en Occidente presidentes como Joe Biden señalaron que ello era “una medida de justicia para sus numerosas víctimas” o que “el mundo es ahora un poco más seguro”, Chile condenó la acción.
Con todo, a un año de la masacre de Hamas, Israel está nuevamente de pie. Si algo demuestran estos 12 meses, es que la promesa de “nunca más” un nuevo holocausto judío, es más fuerte que nunca. El pueblo de Israel vive y vivirá en su tierra ancestral, resistiendo la barbarie y siendo un faro de esperanza e innovación para la humanidad. Es tiempo por lo mismo que quienes apoyan la creación de un Estado palestino, viviendo en paz y seguridad junto a Israel, usen su influencia para debilitar al eje terrorista de Irán, y no a Israel. El esfuerzo diplomático requiere estar del lado correcto de la historia.
Gabriel Zaliasnik