Hacia un gobierno sensato

Hacia un gobierno sensato

Compartir

Qué próspera y dinámica es la ciudad de Miami, pienso, tras unos días allí.

Su dinamismo se debe mucho a la creatividad y al esfuerzo de los cubanos, que empiezan a llegar en 1959. Cómo sería de próspera La Habana si se hubieran podido quedar allá, pienso. Tan próspera como Miami, quizás. ¿Y Cuba sin esos 67 años de brutal dictadura? ¿Tan próspera como Florida?

Siguen llegando los cubanos. A cada rato nos encontrábamos con jóvenes con solo tres o cuatro años en la ciudad. Ahora, con Trump, les es más difícil, así que se van a Brasil. Lo que no aguantan es quedarse en una isla cada vez más inhabitable, salvo para las élites comunistas que llevan 67 años viviendo en la burbuja del poder absoluto. Isla que con su “democracia distinta” —de detenciones arbitrarias, interminables apagones y libretas de racionamiento para mendigar comida— es celebrada por nuestro PC, hoy convertido en la vanguardia de la izquierda chilena.

En su reciente informe al Pleno del Comité Central, el PC explica que “la catástrofe social, ambiental y económica provocada por el neoliberalismo se escapa del control de sus propios gestores, quienes recurren a la fuerza como último recurso”. De allí, se supone, la necesidad de un “pueblo movilizado” que haga oposición desde la calle. Oposición a un gobierno que los comunistas tildan de “extrema derecha” y de “peligro para la democracia”. ¡Los comunistas, quienes en 2019 trataron de derrocar a un presidente democráticamente electo! Y uno se pregunta: ¿los seguirán a la calle el PPD y el Partido Socialista? ¿Partidos que, en los tiempos de Lagos, se dedicaban a crear riqueza para todos y todas?

Felizmente, el Presidente electo emite buenas señales, demostrando que no es él ni un peligro para la democracia ni de “ultraderecha”, término que cubre, por cierto, cosas distintas, muchas veces contradictorias entre sí.

Está la ultraderecha de Putin, por ejemplo: dictatorial, nacionalista, en Ucrania genocida, con un relato teocrático que esconde corrupción y crueldad. Nada que ver con Kast. Los verdaderos aliados de Putin en Chile son el PC, admiradores también de esa dictadura teocrática que es Irán. Después está la ultraderecha proteccionista de Trump. Nada que ver con un libremercadista como Kast. En Chile, quienes más se han acercado a ese proteccionismo son los frenteamplistas, cuando procuraban desahuciar el CPTPP. Hay también una ultraderecha antisemita, como la de Hitler o Mussolini, o de algunas personalidades MAGA, como Nick Fuentes o Candace Owens, o de algunos partidos de Europa del Este, o del mismo Putin. Nada que ver con Kast.

A mí me parece que la derecha de Kast es más bien la de un Reagan o una Thatcher. Una derecha procrecimiento, creadora de riqueza. Una derecha comprometida con la democracia liberal: con la alternancia en el poder y la separación de poderes que esta involucra. Una derecha que libera la creatividad de los ciudadanos y que, por tanto, permite que funcione el mercado de bienes, servicios e ideas. Una derecha que busca que haya orden para fortalecer el imperio de la ley.

Cierto que para Kast son importantes algunos temas valóricos que yo prefiero se dejen a criterio individual: por algo voté por Matthei. Pero él ha declarado que estos temas quedarán rezagados, que priorizará las emergencias que nos asedian.

Estas requieren pragmatismo. En eso parece que Kast se inspira en Giorgia Meloni. Otrora extremista, hoy día moderada, Meloni preside, como espero lo hará Kast, una coalición amplia de derechas, que ella maneja con ese carácter fuerte que tiene y que Kast va a necesitar.

Podemos apreciar la moderación de Meloni en su política exterior, donde ha defendido a Ucrania, evitando el extraño putinismo de cierta extrema derecha europea o estadounidense, prefiriendo lo justo a lo ideológico. Un buen ejemplo para el Presidente electo, cuya política exterior está por verse. (El Mercurio)

David Gallagher