Soberbia antidemocrática-Madgalena Merbilháa

Soberbia antidemocrática-Madgalena Merbilháa

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En el nombre de la supuesta “democratización” hay quienes creen estar “más adelante” que “el pueblo”. Son los llamados “pensantes modernos”, fieles de una religión laica, que buscan “la promoción social” instalada por los “sociólogos” para transformar y resignificar lo real y existente. Son contrarios a la Verdad, el Bien y la Belleza. Consideran que el mundo “nació con ellos” y por lo mismo, “les debe todo». Odian la tradición y no saben quiénes son, de hecho, se definen “fluidos”, se ajustan a los moldes que los contienen, mutan con las modas de turno. Empujan cambios que las personas no desean, que no son mayoritarios y que pierden en las urnas. Ellos se sienten como “los iluminados” y creen saber hacía donde debe “avanzar” la sociedad.  Siempre hacia adelante, ya que son los hijos de los llamados “Progresistas”, que desde la visión dialéctica sólo ven progreso y mejoras hacia el futuro. Por eso, odian el pasado y detestan la tradición. Buscan forzar cambios culturales para refundar la realidad y crear “un nuevo hombre” y sin duda “una nueva mujer”, hasta desdibujarla por completo. Odian el lenguaje y el pensamiento, ya que las palabras definen y ellos por naturaleza son indefinidos. Son los promotores de la “neolengua”. Reemplazan el pensamiento real por la “consigna” y la “minuta” que se resumía, entre otras cosas, en terminar con la sociedad “sexista” y con el “patriarcado”.

Esta semana reapareció Irina Karamanos,  por si no la recuerdan, es la que hablaba “en difícil y sin sentido”, la encarnación del “no pensamiento”, eso que hoy se conoce como “karamenés”. Ella fue la ex polola de turno del Presidente Gabriel Boric al asumir el poder. Debía ser su Primera Dama, pero entonces ella dijo no ser “ni primera”, “ni dama”, y desde una inconmensurable soberbia le puso su nombre propio a la repartición del gobierno administrada por el cónyuge del Presidente, lo llamó “gabinete Irina Karamanos”. Su rol era de “resignificar”, más bien de “destruir” la institución de la Primera Dama, sin consulta popular y nada por el estilo, porque para eso de “avanzar”, la democracia no vale. Mirado desde hoy pareciera ser que esa relación fue funcional para destruir una institución que se basa en la tradición democrática republicana de Chile y que se sustenta en entender la familia como el primer núcleo de la sociedad. Para Karamanos -que se dice “feminista” de las deconstruidas- la familia no es lo suyo. La mujer en esencia tampoco, ya que para ella no es más que un deseo o la expresión de un sentimiento y no una realidad clara y distinta. Con su rol anti-sexista llevado al extremo, habló en nombre de Chile a nivel internacional de “cuerpos” y “cuerpas”, olvidando el valor del castellano, su gramática y de toda lógica. Irina entró, desmanteló y se fue. El Presidente la reemplazó, lo que dejó en evidencia el no ser más que la de turno.

Pero ahora reapareció para criticar que Pía Adriazola, la señora del Presidente electo José Antonio Kast, quiera reestablecer la institución de la Primera Dama, algo que ella creyó haber borrado de un plumazo.  Le duele en el ego la posibilidad de una vuelta a la cordura y a restablecer lo que nunca debió desaparecer. Chile y sus ciudadanos respetan la institución de la Primera Dama y sólo Irina y los “iluminados” creen, en su infinito deseo, que eso no es así. Eliminar ese gabinete fue un retroceso y está bien que se enmiende lo que es necesario.

Los llamados “refundacionales” se encontraron en las urnas con los “restauradores” una y otra vez. El 62% del país rechazó la idea refundacional que añoraban. Hoy, en las últimas elecciones Chile eligió democráticamente por la restauración y la tradición. Irina aún no entiende. No tiene dignidad, no tiene prudencia y tampoco honor. Habla, por supuesto desde el mundo paralelo de X, y no comprende que Chile se cansó. Que hubo seis años de deterioro y locura desatada, donde desde tiranía inclusiva para lograr cuotas de poder, exacerbaron las causas identitarias hasta más allá de la prudencia. El nivel fue pornográfico, sin pudor alguno, hasta llegar a lo grotesco. Ella fue “guaripola” de ese proceso. Chile se cansó, quiere tradición, quiere paz, quiere familia, quiere valores, quiere Verdad, Bien y Belleza. Eso se encarna entre otras muchas cosas, en la institución de la Primera Dama. Irina y tantos como ella, desde su soberbia antidemocrática no lo entienden y tildan de “retroceso”, lo que es parte de nuestra identidad como nación. Irina olvidada al reaparecer no hizo más que recordarnos que “el karamanés” es evidencia de ser poco pensante, algo así como un “meme” en sí mismo. Su soberbia antidemocrática le impide verlo. Es ciega a la evidencia. (El Líbero)

Madgalena Merbilháa